Y yo que... (Para una amiga)

Y yo que me fui. Ya estaba lejos. No supe calzar las botas de las distancias en varias dimensiones que nos separaban. De nada, no, de nada sirvieron los poemas, las palabras. De nada sirvió lo que hubiera de sentimiento. Siempre es más fácil arrojar ácido sobre lo difícil que sacarle lustre pacientemente con un paño.

Y yo que me olvidé. La espalda pudo más; después de todo, el mundo más allá de la tierra es ancho, lleno de geometrías, promesas y ríos.

...Hasta esta mañana, cuando leyendo la prensa me la encontré de lejos, sin que me viera (la vi) blusa negra, lentes anchos muy oscuros sobre su cara delgada, expresión solemne de las despedidas que son un ¨por ahora¨ farsante cuando se sabe y se siente que serán para siempre.

Quise escribirle, saludarla, decirle que. Pero ella había interpuesto (¿cómo no?) un montón de huesos en sus puertas. Y cambió las cerraduras, y el sonido cantarino de sus ventanas, y el aire entre nos.

Sufría. No por mí, que nunca lo merecí de todos modos. Sino por razones suficientes y valederas para sufrir. Razones transparentes con vestiduras negras cubriendo la tristeza. Yo maldije mi sangre caliente de abril en no sé qué otro mes, y haber estrellado contra el piso los poemas, las risas, el café.

Así que me fui hasta el rincón menos leído de la pared y allí escribí estas líneas de luto violeta.

Lo siento. Por lo que nos pasó. Por lo que a ella le deparó la vida después. Por la fantasía y la realidad, ambas pesadas como yunques. ¿Sabes? Hace mucho que no bebo, pero hoy tomaré una taza con café, agua salobre de mar-lágrimas y licor caliente por ti. A tu vida... tú eres la vida... A TU SALUD.

Y yo que estuve tan ausente. Y ella, ella...

César el yo. Diciembre y lágrimas con café. 2018.​

 

Un final quizás es una nueva oportunidad, un gusto.
Saludo.

 

Quizás.

Gracias por venir.

 

que pena que no te hayas animado a franquear todas las murallas que los separaba, y haber podido acercarte a tu amiga, para acompañarla en el día más doloroso de su vida, ojalá al menos haya podido leer tu prosa y saber lo que has escrito para ella. Saludos cordiales, Poeta,

 

Somos tan tontos... Hacemos de tonterías la ruina, y cuando llega la verdadera ruina nos encuentra así, separados, orgullosos. Y la ruina se burla de nosotrxs con saña y desprecio, porque nos sabe completamente vulnerables, a su merced, y sin embargo engreídxs, creyéndonos poderosxs.

Ni me enteré de cuándo fue. Ni de cómo. Y tampoco hubiese querido ser otra mala noticia... Encima de su pena venir el inoportuno ese (yo) a decir no sé qué.

Sí, tal vez ella haya leído esto y cuando su dolor se vaya atenuando, alcance a saber que lo sentí de veras, mucho por ella, mucho por haber sido tan tonto y no haber merecido estar para ella cuando más lo necesitó.

Gracias por venir hasta este rincón escondido, bella mujer con olas y Alma de Lobezna. Por tus buenos deseos. Representa mucho para mí. Gracias.