Ya no aguanto más

Dicen que cuánto más lees más te conoces a ti mismo. No tengo claro que sea algo positivo. Lo que conozco de mí la verdad es que no me gusta, a cierta (poca) gente sí. Estará bien para ellos, pero no para mí. No entiendo que a alguien pueda gustarle lo que me hace daño, lo que me separa del resto.

No suelo sonreír y casi siempre estoy pensativo (o empanado). Tengo siempre una careta puesta, aunque la careta por lo menos no miente. Hace que parezca que estoy siempre de coña y que no me tome las cosas en serio, por mucho que me afecte. Mi careta tiene la piel de titanio, yo estoy en carne viva. Parece que tengo el tacto hecho al fuego, ojalá fuera verdad.

Tengo la sensación de que no debería quejarme. Cuando algo me duele, es peor hablar que quedarme callado. Todo el mundo tiene motivos irrefutables por los que sentirse mal o desacreditar lo que digo y me cansa discutir, por eso suelo dar la razón (como a los tontos). Luego, suelo pensar en otra cosa.

Por lo menos no busco excusas cuando hago algo mal. Por lo menos no soy esa clase de gentuza que te dice que le gustas, que está sintiendo algo por ti y en cuanto te das la vuelta te das cuenta de que estaba tonteando con otro u otros. Luego dirán que era una situación complicada. Nunca hacen nada malo, o al menos, no lo hacen por que quieran. Cuando hago algo que está mal no tengo reparo en reconocerlo, pero si funciona eso de buscar excusas y hasta eres capaz de creerlas, chapó por ti. Ojalá pudiese ser yo así, pero que va. Y esto no es una virtud, de hecho no me ha servido para nada. No me siento más a gusto conmigo mismo, ni realizado como persona, ni bueno, ni santo, ni nada. Sólo soy un gilipollas.

Por último están los (pocos) que me conocen y han leído algo de lo que escribo. Me dicen que les gusta lo que leen porque siento lo que escribo. Eso es verdad, sólo escribo cuando siento algo. Si alguien ve todo lo que escribo verá pena, rencor o incluso ira, pero no verá felicidad. No soy un mártir ni nada por el estilo, pero sólo escribo cuando algo es candente y se ve que la felicidad no lo es. Tampoco creo que se me dé bien inventarme historias.

Toda una noche de insomnio, rabiando y con contracturas han servido para esto. No compensa en absoluto.