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Ya, no juegues mami

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Migueliux, 9 de Mayo de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 416

  1. Migueliux

    Migueliux Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Marzo de 2012
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    Ya, no juegues mami


    —Espérate Luis. Se ven raros esos hombres… son rateros. Ay nos van asaltar. Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo…—detenía a su hijo, al tiempo que comenzaba a rezar—.

    Luisito veía la situación como algo normal, nunca pensó que los fueran a asaltar. Pero su mamá, como buena madre sobreprotectora que era, siempre le metía miedo. So pretexto de “querer lo mejor para su hijo”, es muy inocente y no sabe nada de la vida, —decía—. Te vas a caer de la resbaladilla, no te subas, se subía y se caía. Pero ahora, había logrado su cometido, Luisito, también estaba nervioso.

    Domingo por la tarde. Ni un solo puesto de barbacoa, ningún transeúnte que pudiera presenciar lo que iba a pasar. Contados con los dedos de la mano los coches que pasaban. Ni siquiera una gasolinería para pedir ayuda. La ocasión perfecta para un asalto.

    —Ahí viene tu papá. ¡Pedro!, ¡Pedro!— gritaba—. A lo que Luisito respondía: —no es cierto, ese señor no es mi papá—. Escuincle, es pa’ que vean que no estamos solos, que esperamos a tu papá—con un tono muy fuerte lo regañaba, para que, aquellos hombres, que cada vez se acercaban más, la escucharán—.

    Caminaban lento, pasos chicos. Luisito, no la soltaba de la mano. Sin embargo, se escuchaba que alguien atrás venía caminado, muy rápido, como si tratara de alcanzarlos. La mamá de Luisito, pensaba que estaba alucinando, ya estaba muy angustiada. Quiso confirmarlo, alcanzó a voltear, y en efecto, los venían siguiendo otros dos hombres. No tenían escapatoria.

    Los sujetos que venían enfrente, ya muy próximos a ellos, alcanzaron a pronunciar una frase, dos palabras, suficientes para que subieran (más) las pulsaciones del corazón de la mamá de Luisito, quien tras lo escuchado, había quedado atónita.

    Al parecer, tanto los hombres que “se veían raros”, como los que los “seguían”, se conocían. Se alcanzó a escuchar un: —Hola, compadre—. Siguieron su marcha. Si que caminaban rápido. Pronto, estaban lejos.

    Segundos después de que los hombres se alejaran, la mamá de Luisito cayó repentinamente al piso, desmayada tras el susto. Luisito trataba de levantarla. Pensó que estaba bromeando. Le decía: —Hasta sangre te pusiste, que buena actriz eres mami, como las de las telenovelas. Ya, levántate, pesas mucho, ya, no juegues mami—.
     
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