Ya no tengo nada...

Ya no tengo nada.

Perdí mi fe… perdí mi esperanza… perdí todo aquello que era mío en la búsqueda de ti. De ese amor que aún hoy te niegas a darme, en una vida tan fugaz, tan efímera, como las caricias imaginarias que dejé sobre tu piel, y que hoy intentan convertirse en una realidad escuálida e insípida, para las memorias de un presente que parece no tener futuro, ni vida, ni amaneceres compartidos en una cama que alguna vez reclamó nuestra presencia, mendigando hechizos que revivan el amor marchito, ya olvidado en las penumbras de tu corazón.

Y aun así… aun sabiendo que pronto volverás a guardarme en la maleta, como a tu mal hecho Pinocho, sigo aquí, abrazando una vez más la esperanza ficticia.

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