1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Ya tomé el veneno que cura

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Jose Anibal Ortiz Lozada, 13 de Diciembre de 2024. Respuestas: 0 | Visitas: 95

  1. Jose Anibal Ortiz Lozada

    Jose Anibal Ortiz Lozada Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    6 de Mayo de 2024
    Mensajes:
    1.077
    Me gusta recibidos:
    1.487
    Género:
    Hombre
    Era ella, siempre ella, con ese andar de gata en un tejado donde la lluvia nunca cesa. Sus palabras, pequeñas agujas disfrazadas de caricias, se clavaban en mi pecho con la dulzura de quien sabe que el dolor también puede ser placer. Me advertían todos, me susurraban en la penumbra de los días normales: "Aléjate, ella es veneno". Pero, ¿cómo huir de algo que te hace sentir vivo, aunque sea en el borde del abismo?

    Tenía esa manera de mirarte como si no existieras, y en esa inexistencia encontrabas tu razón de ser. Era cruel, sí, pero en su crueldad había una precisión quirúrgica que me desarmaba. Cada sonrisa suya era una daga envuelta en terciopelo, y yo, imbécil feliz, ponía el pecho desnudo, porque en el fondo sabía que el dolor que venía después era el único que me hacía escribir con la sangre que ella dejaba correr.

    La amaba porque no sabía hacerlo de otra manera. Ella no era agua, era fuego, y aunque quemaba, me calcinaba con el deseo de volver a ser cenizas en su piel. Era el tipo de mujer que desordena tus estanterías y después, con un beso, hace que el caos tenga sentido. La odiaba porque la amaba, y en esa contradicción vivía; porque amarla era morder la fruta prohibida, y odiarla, el castigo de no saborear nada más.

    Ayer volví a verla. Tenía el mismo aire de tormenta controlada, esa que parece que nunca va a llegar pero arrasa con todo cuando lo hace. Me acerqué sabiendo que no debía, pero el destino no sabe de prohibiciones. Me tendió la copa que llevaba su veneno, y sin dudarlo bebí. El veneno que cura, que mata, que revive. El veneno que era ella.

    Ahora escribo desde el centro de este huracán que lleva su nombre, y aunque la calma nunca llegue, ya no importa. Porque hay amores que no sanan, pero tampoco se olvidan. Y aunque duela, aunque queme, yo la quiero así, tóxica y deseada.
     
    #1
    A Alizée y luna roja les gusta esto.

Comparte esta página