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Yo, La Bestia

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xebastian, 27 de Noviembre de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 815

  1. xebastian

    xebastian Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Noviembre de 2009
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    El miedo que me inundaba parecía golpear mi cabeza contra un yunque de plomo, incrustando con cada golpe mis sesos en el frió metal. Mis iodos, sordos por la furia del latir del corazón, me habían dejado privado de la única esperanza de detectar a aquel terrible ser…y ese olor a podredumbre…lo inundaba todo, incluso sentía su sabor… amargo, obsceno.
    En ese momento tuve una arcada, parecía que mis entrañas querían abandonarme ante la perspectiva de caer en manos del horrible ser. Tuve que reprimirlas sin vacilar, el ser, estaba tras de mi, alborozado por haber capturado tan pronto a su presa.
    Sentía el calor de su aliento y el susurro de la muerte que me reclamaba con ardiente deseo para llevarme en volandas hasta la puerta del tormento, para pagar por cada uno de los pecados que había cometido desde que empezara aquella locura. ¡Dios¡ yo no soy culpable, nadie es culpable, nadie debería pagar por los pecados que tu cometiste, dándonos cuerpos, dándonos alma, dándonos vida. No eres dios, eres sátiro y bufón, cruel y sangriento como este emisario que se dispone a devorar cada uno de mis lamentos.
    Me iba a girar hacia la pérfida figura, iba a frotar mi destino… pero no hizo falta, el destino tenia prisa por ajustarme las cuentas. Estaba delante mí, el horrible ser estaba delante de mi. Solo distinguía sus dientes y adivinaba sus ojos negros clavados en mis pupilas. No me moví, no podía. El viento hizo rugir las paredes de la casa, las vigas parecían pedir clemencia para el condenado. Estaba mirando a los mismos ojos de la muerte, estaba mirando dentro de dos pozos de oscuridad infinita, me sentí mínimo, tan insignificante como una de las miles de partículas de polvo que tapizaban la habitación.
    Tenia que pensar algo, tal vez podría huir, no debía perder la esperanza, pero en lugar de ello solo podía pensar en cucarachas, tal vez como ellas yo también podría sobrevivir varias semanas sin cabeza. Trate de respirar, la respiración de la bestia parecía absorber todo el aire del cuarto. Caí de rodillas y ella pareció caer con migo, se mofaba de mi. La odie, la odie con toda mis fuerzas quería destruirla, quería matarla. La pegue un empellón y la golpe la cabeza con un jarrón que alguien debió haberme regalado por algún entupido cumpleaños, consiguiendo el tiempo suficiente para correr hasta la cocina y coger el cuchillo jamonero. La bestia volvía a estar detrás de mi pero esta vez gire y con un certero golpe el cuchillo volvía a matar esa semana.
    Un rayo de luz ilumino la cocina, estaba empezando a amanecer. Entonces me reconocí en los ojos de la bestia.
     
    #1

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