Nunca...

Estuve merendando sin las horas,
sentada, como si nada
y esperando...
nunca llegaste.

Dormí la mona sin saber qué hacerme,
si incar la cabeza para siempre
o dejar de saciar mi tibia y permanente locura.
Nunca llegaste.

Reí sin someterme a mi tristeza
y no una vez,
pero a pesar de eso
nunca llegaste.

Promesas que callan,
silencios que gritan,
tus ojos derretidos en mis manos...
Nunca llegaste.

Nunca...

Nunca...
​

Nunca.
​

 

Al menos tuviste una ilusión; no sirve de mucho, pero...
Me ha encantado tu poema, y esos nunca dan la sensación de absoluta distancia.
Excelente.

Saludos.

 

Gracias por tu apreciación.
Un beso.

 

Gracias sol.
Y a mí me encanta verte de nuevo.

 

Muchas gracias por tus atentas palabras.
Recibe un agradecido saludo.