Soneto incesto

Soneto incesto

Mi vida, corazón y sangre mía,
mi amor despreocupado en tarde buena;
no seas de otros brazos, mi hierbabuena,
mi sol, mi luna y cielo cada día.

Ternura tanta siento, que daría,
por ti lo que no tengo, mi alma buena,
que son demonios esta grande pena,
delirios que en pecado te sería.

Recuerda cuánto amor no concedió
el triste regresar de aquella tarde;
recuerda cuántos fueron los que hundió...

No mires ni te atrevas a otro alarde
que ahora soy el ángel que se unió
profundo en las entrañas de tu madre.

 

Admiro la capacidad de hacer algo tan bonito estéticamente como un soneto de un tema tan escabroso (a mi juicio) como el incesto.

Un abrazo, Orfe.

 

De todo hay en la viña; lo escabroso no es el hecho sino el juicio. Un abrazo