A los hijos de nuestro tiempo.

Yo no soy más que un instante,
pero pertenezco a uno,
por más que insignificante.
Resultará oportuno el aviso de este demandante
que no es un cobarde,
pues la osadía le hizo escribir con su sangre.

Yo soy hijo y tengo padres
y en un mañana, seré yo el padre.
A una sociedad y una generación en ruinas
les pido perdón, por contribuir al desastre.
A los hijos de nuestro tiempo les pido
valentía, cultura y pasión,
que ya hay mucho marchito en cada rincón.

Les pido que traigan luz, yo que lo intenté con poesía común
y pintura oscura de linaza y betún.
Pues no conseguí arrojar ni un atomo incandescente
ni energia a toda esa gente, para parar un caos inminente
que dejamos a un futuro, hoy en manos del presente.

Este escrito es un testamento en vida,
para parar la estampida de almas suicidas
curar las heridas que traen nuestros abuelos, padres,
hermanos, que al tiempo no esquivan.
Todo tarde o pronto termina, pero mientras nuestras rodillas se inclinan
nuestra mirada altiva,
predice que el ciclo,
volverá de la muerte a la vida.

 

No es la mirada, altiva, sino humilde, lo que restaura el patrimonio de los pueblos.

 

No sé si no se ha entendido, en el poema hablo de estar arrodillado, abatido, por tanto la mirada altiva es en este caso un concepto más ligado al orgullo que no a la vanidad o el egocentrismo. Algo asi como (cabeza alta).

Gracias por el comentario!