Triste caso.

Es esta hambre de amor que me congela,
me amorata los labios blanquecinos,
me produce un tremor como de encinos
que responden al céfiro que yela.

Del amor ya no queda ni la estela,
alcanzó el horizonte sin caminos,
las estrellas torcieron los destinos
y los dioses firmaron ya la esquela.

Desencajada, pálida, ojerosa,
veo pasar la vida salerosa
que provoca pasiones a su paso

y me brilla el deseo en los pezones
más sus ojos se van buscando sones,
no me mira siquiera, triste caso.
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Está un poco forzado tu soneto, le da un aire de arcaísmos desafortunados, querida compañera, pero se entiende el mensaje, el derrumbe. El mejor artificio formal es que no parece artificioso, aunque sepamos que lo es.
Gracias, siempre, por compartir.

 

¿A qué le llamas arcaismos?

 

Gracias, Pedro, por tu sincero comentario. Un abrazo.

 

a veces del amor nos restan las cenizas, los fragmentos, las piezas inconexas de un amé...

 

Tienes razón. Gracias por tan certero comentario. Un abrazo.

 

Así es, Cruzar La Noche, así duele eso. Gracias por leer y comentar. Un abrazo. Luciana.

 

Sincero y valiente poema, Luciana, un encanto de lectura. Un saludo!!

 

María Baena, muchas gracias por tu amable comentario. Un abrazo. Luciana.

 

BEN, muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo. Luciana.