El collar rosado

Tras cepillar su cabello,

ella tomó los aretes,
luciendo frente al espejo
el contraste de las joyas
contra su pálido cuello.​

Una gargantilla rosa

rebuscaba en el joyero,
para cubrir el espacio
aún vacío en su pecho.​

Al sentir el toque frío

de la joya con su peso
su piel blanca se estremece​

Con temblores de lamento

las ventanas se cerraron
sin existir ningún viento.​

Sus tendones se crisparon

apretándose a sus huesos.​

De pronto se oye una risa

replicada por el eco
propio de mortal abismo.​

El frío recorrió lento

por cada rincón y mueble
apagándose muy presto
todo rastro de calor.​

Se cortaba con un beso

junto con la voz el grito
ambos faltos del aliento.​

Nunca se supo la causa

de tan trágico suceso.​

Ninguna ventana rota,

ningún desorden violento.​

Del cuello de la doncella,

de sangre y rasguños lleno,
colgaba la gargantilla,
gotas bermellón intenso...
y sus uñas enterradas​

El más valioso elemento,

de tratarse de un atraco,
tan evidente trofeo
esa gargantilla rosa,
permanece en su pescuezo,
en lugar de ser botín.​

Además, en el rastreo,

no hallaron huellas ajenas.​

Al cerrarse el seguimiento

y como dato curioso,
creí ver por un momento...​

que el collar se retorcía.

 

Upssss... era bermellón intenso... me sigue traicionando la dislexia.

Gracias por señalarlo.

 

Estupendo poema que se proyecta acrecentando el suspenso hasta el fantástico final. Saludos, Dragón.