Mirarnos a la cara

Silencios valientes,
cubren de lozanía al cobarde,
de lúgubre canto,
de quebrado estandarte,

la avaricia enmudecida
ahora ensordecerá
hasta hacer explotar al tiempo,

la cordura alabada
será olvidada,
por fauces de coloso agobio,
de horror lapidario,
de atisbo desertor,

las condenas serán historia,
de esas de las que nadie habla,
pero todos advierten,
todos recuerdan,

las palabras serán espíritu,
y los silencios, raíces,
para que ellas emerjan como vida,

las oraciones serán galaxias,
y los cuentos universos,

las realidades entre tiempos,
solo serán relatos
de aquel lector omnipotente,

y nos observará
como a su reflejo,
de hueso y habla,
de arte y alma,

entre mañana y tarde
las hojas caen una vez más,

ensoñando entre vientos,
al que será su dueño,

y el soñador soñará,

entre noches,
contando como estrella,
cada estrella,

siempre en el lugar indicado.