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La casa al lado del famoso músico

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rosendo Ruiz, 4 de Septiembre de 2025 a las 5:04 PM. Respuestas: 1 | Visitas: 23

  1. Rosendo Ruiz

    Rosendo Ruiz Poeta recién llegado

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    Es triste la verdad. Decepcionante, mejor dicho. Que un músico famoso haya tenido que vivir al lado de esa casa para que un caso se vuelva a abrir y genere impacto mediático. Pero, realmente no es algo malo. Lo malo fue su muerte. Sus huesos estaban enterrados dentro del revoque de un muro de ladrillos. ¿Qué original, no? Al parecer tal revoque se quebró, iban a arreglarlo y se encontraron con los restos del cadáver. Recibí la noticia de inmediato, pues cubrí el caso hace cuarenta años, y fue uno de los pocos que no pude resolver completamente... Hasta hoy. Cuando llegué a la casa, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me sentí igual que la primera vez que estuve, solo que ahora tenía una mezcla de alegría con cierto pesar. Me quedé mirando el gran árbol de Nispero que tenían al costado del patio, y entonces lo vi. Salió con dos policías al lado suyo y con las esposas apretándole las muñecas. Casi como un reflejo, me clavó la mirada muy fríamente. Sin decir una palabra, me dijo todo; El tiempo me dio la razón, yo gané. Ni siquiera esa noche pudo frenar la imperiosa necesidad de que se haga justicia. Esta marca en mi espalda, esta cicatriz en mi rostro, no fueron en vano.

    Y lo único que quiero hacer ahora es darle un cierre a esta historia, en base a como yo creo que pasó todo. Era una tarde fresca y seca de 1984, las secuelas de la dictadura todavía estaban presentes y, digamos, las desapariciones eran algo normal en esa época. Un chico de 16 años, estudiante de una técnica y querido por su familia, se encontraba caminando junto a un compañero de colegio quien, en un momento de confianza, lo invita a comer a su casa. El chico, inocente como cualquiera, acepta. La pasa muy bien con la familia de su nuevo amigo, y decide quedarse a dormir en su habitación. A las tres de la mañana, se despierta abruptamente; escucha una música extraña, como de un ritual o coro de iglesia. Extrañado, va hasta el patio para ver que pasa, y no puede creer lo que ve; Había nueve personas con máscaras y túnicas de terciopelo bordo que les cubrían toda la cabeza. Con una fluidez inhumana saltaban y rodeaban una fogata en la que estaban la billetera y una foto del muchacho. Al percatarse de su presencia, soltaron un grito y se fueron contra él. Me resulta imposible creer que no escucharon nada los vecinos, pues seguramente el chico gritó y gritó como condenado. Después, al más puro estilo precolombino, lo ataron y le fueron clavando nueve cuchillos; primero en la piernas, luego en el abdomen, hombros, muñecas, y por último, en la cabeza. No murió rápidamente, lo cual es toda una pena. Para ocultar el cuerpo, descuartizaron minuciosamente sus partes, extrajeron los huesos, y la carne... Dios, quien sabe que habrán hecho con eso...

    Días después, llego a la casa para interrogarlos, revisar su casa, etc. Lo típico que se hace en estos casos. Pregunto a los vecinos, y todos me dicen lo mismo: El chico se fue a eso de las nueve de la noche; Ja, que mentira más maliciosa. Con el entusiasmo incrustado en mi alma, decido ir a vigilar por la noche. Pasan las nueve, las diez, las once, doce... Y me quedo dormido. Aproximadamente a las tres de la mañana despierto atado sobre una fogata, y veo a mi alrededor nueve personas bailando y saltando. Tenían nueve cuchillos, listos para clavármelos. Pero, por fortuna o desgracia, tuve suerte a diferencia de este chico. Me amenazan con encontrarme y sacrificarme si no dejaba de investigar y vigilar. No supe que decir, estaba realmente asustado. Paso la noche desnudo en el patio, con el fuego quemándome los pies, y los súbditos bailando y cantando satánicamente. Me desmayo, quiero creer que es un sueño... Muy cobarde de mi parte ¿No? Al día siguiente, despierto en mi auto. Parece que nada paso. Quizás fue un sueño, una pesadilla. Pero encuentro una nota en la guantera: "Dios no perdona dos veces el mismo pecado." Ahí confirmé mis sospechas. Me veo por el retrovisor, y entiendo la razón de que me duela tanto el rostro; Tenía una cortada profunda en mi mejilla. En pleno estado de trance, conduzco hasta el departamento de policía, y presento mi renuncia al caso. Todos me miran raro; en el fondo, todos tienen una idea de lo que pasa. Sigo con mi carrera, me va bien, y me retiro sin problemas, pero con ese recuerdo acechándome por siempre. Ahora por fin puedo sentirme aliviado al ver como se resuelve un caso que, no tuve la capacidad de resolver.
     
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  2. Alde

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    Un fascinante pero desgarrador relato sobre este caso de asesinato.

    Saludos
     
    #2

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