El príncipe maldito

Dios, llévate el
alma de Ofelia
en un carruaje de oro.

No dejes que en
esas aguas monstruosas
la palidez envuelva su piel.

Ver sus lívidos ojos,
es como ver la muerte
reflejarse en el océano.

Soñé con mi horrendo
rostro, cubierto por
placeres hipócritas.

Porque mi mente
está enferma, estoy
casi condenado.

Mis amigos malditos
me esperan; muero
abrazado a mi amado enemigo.

 

Hola amigo Zillah....!!!!
Recordando tu comentario de esta mañana.... a mi tambien me sorprende tu facilidad para tocar estos temas oscuros!!!!!!
Buen y armonioso poema
Saludos

 

Mentes enfermizas y condenas son algo bastante reiterativo en la vida moderna. Creo que, de cualquier modo dista de ser una molestia si de ellas aprendemos.
Me gusta su honestidad macabra.
.:Tati:.​

 

Vaya,
la hipocrecía de los días
a flor de piel,
se ve más no se distingue,
y las razones se invierten
o sólo desaparecen.
un gusto caballero
Saludos​

 

Un placer leer su escrito, y me llamó mucho la atención ese final. Saludos.
Vlaceuz.

 

Me gustaron. Un gusto
Abrazos
Chepeleon