la calle de la vida

La vida es una calle,
larga como el tormento
tortuosa como los entierros,
los edificios enlutados
con el gris de la vergüenza
y la frialdad del cemento
nos vigilan con sus ventanas,
nos juzgan sin ser mañana,
mientras uno camina
con las plantas de los pies
abrasadas por las piedras de la vida.

En el pavimento
losetas negras y doradas
engalanan el sendero
que siempre tiene el mismo final,
siempre termina con la misma balada
pero aquí no importa el destino,
lo importante siempre es el camino,
hacerlo siempre erguido,
no cayendo ante la sombra
de los oscuros edificios,
no quedarse cegado
por el sol que brilla en la cara
ocultando lo real
reflejando en nuestros ojos
engaños y lujosa falsedad.

Si la fortuna sonríe
se puede encontrar
un bar llamado amor,
amoblado de madera oscura,
alumbrado por tenue luz
y contenedor de ansiado tesoro,
el problema es el afortunado portero
dueño de sueños y carcelero
que impide la entrada al infierno
ardiente y deseado que es amar.

A esta calle muchos nombres le dan,
yo prefiero llamarla travesía,
es un viaje por una brava mar
donde las olas van a un incierto destino,
aunque mi dolor vaya en aumento
seguiré amando esta calle.
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Me ha encantado tu poema. "La calle de la vida", lo transmites muy bien en tus versos, y, a pesar de los pesares, la sigues amando.
Estrellas y besos

 

muchas gracias amiga, me alegro mucho que te guste, saludos y un abrazo