No nos conocimos a tiempo

Has depositado tanto tu confianza en la soledad
que no me ves.

Pero la soledad no es más que el resultado
de dediciones equivocadas y también certeras
en esta larga carrera que
llamamos “vida”.

Tu soledad es tan profunda
como tan claro lo que siento por ti.

Pero sigues aferrada a ella
como una hija a su madre.

Y por eso no te das cuenta
que siempre estoy a tu lado
amándote con ilusiones.

Amándote sin respuestas
e inquiriendo a tu soledad el por qué de tu abandono
que mi ser no puede apartar de ti.

De ahí que te diga que vives
en las más profundas soledades.

Tan honda,
que no puedes salir de ella.

Tan adentro,
que no sabes como escapar
ni te dejas ayudar.

Sola,

triste.

extraviada en la diaria contraseña
de tus secretos
y tus amores nunca realizados.

Del ayer cuando tenías juventud,
y una muerte lenta
pero sin amor en tu vida.

Sigues entonces cual ave voladora
sin rumbo en el aire,
enamorada de todo

amada por nadie,

querida solo por la soledad amarga

y

abandonada a tu suerte
por el infame y miserable
que excomulgaste de tu vida.

Y yo

Viéndote apartado de la línea
para no cruzarme en tu camino
y estorbar tu curso silencioso
en mi presencia invisible.

Imagínate
al igual que tú
también amé…y demasiado,
pero de mí se olvidaron.

Por eso llego a la correcta conclusión
que no es que tengamos mala suerte
al amar,
solo que tú y yo
no nos conocimos
a tiempo.
​

 

Esa soledad… si no se sabe combatir se vuelve un destierro para la vida. Muy bonito el cierre que le das a esta obra. Un fuerte abrazo.

 

Comañera incondicional de muchos se autodenomina la soledad, haciendonos sordos, ciegos y mudos, ante los que nos aman, aunque no hayan llegado a tiempo, reconforta saber que existieron, o que tal vez existen.

besos y abrazos de tu amiga, Himinglaeva