A la orilla del mar

A la orilla del mar también se muere.

Donde empezó la vida
cuando multiplicaron la forma del aliento
en burbujas y besos trashumantes
de boca en boca,
donde arrastramos los primeros círculos
que ruedan todavía por la arena
del reloj que no ha dejado de mojar,
ahora se asesina sin fusiles,
ahora se detienen los latidos.

Miramos a la orilla de los juegos
y de las risas veraniegas,
más coloradas que la sangre
o que nuestra vergüenza,
y al lado, el desembarco de cadáveres
casi salpica a nuestros propios hijos
su ecosistema roto en alta mar,
allí donde los límites no existen
ni existen las fronteras de la historia.

Lo mismo que la vida primitiva
volvemos siempre al mar
con los ojos cerrados
para no ver la sangre de las olas,
para no ver los ataúdes quietos
esperando un cadáver,
para no ver las voces que se callan
al lado del silencio,
nuestro propio silencio
en la indecente sumisión del cómplice
de los asesinatos de la orilla.

 

que poema amigo..
excelente..

saludos y exitos!!

 

El mar donde empezó todo, donde empezó la vida, donde a menudo empiezan también nuestros besos, que a su vez dan a empezar nuevas vidas, que se llenaran de vida con su vista, a su contacto... Y lo estamos matando.
Buen toque, compañero.

 

Te felicito por tu excelente poema. A mi me resulta imposible hacerlos así.

Un saludo.

 

Se muere en cualquier sitio, aunque a la orilla del mar pueda parecer, de entrada, mucho más duro morir... pero yo, si tuviera que elegir, preferiría esa orilla cuando me toque, eh? Estupendo poema.

 

La mar es una madre que llora,
y la arena son sus lágrimas doradas.

¿Quién no muere mientras vive?
¿Quién no huele la sangre salada
que la mar esconde en sus olas?

Ayer eran piratas y sus víctimas,
aventureros y descubridores.
Hoy, son emigrantes con pateras.
Y siempre fueron los pescadores
sembrando viudas en las orillas.

Un abrazo, compañero,
a sido un placer que tus versos
me inspiraran y me emocionaran.