Miseria singular

Podrán robarse estas letras
sin métrica ni rima,
podrán apropiarse melodías
marchitas de cal,
himnos entonados únicamente
para venerar la desesperación.

Llévense mis ahorros,
dilapídenlos en vino,
adelante, no me importa,
exprópienme la guitarra
y todos sus acordes
resonando en mi cabeza...

Apodérense de los libros,
antiguos y sabios,
mudos consejeros de papel;
serán suyos todos mis discos,
sagrados alquimistas,
si vienen a buscarlos.

Podrán quitarme la cama,
el perro, hasta mi casa
dejándome en la nada,
pero nunca podrán incautar,
siquiera robar o plagiar,
mi miseria singular.

Y cuando sus camiones rebalsen
de todas mis pertenencias,
los despediré con una sonrisa
y no lograrán entender que
se olvidaron de sacarme:
si fue el vino o la cerveza.

 

Es como cuando todos les encanta esperar los finales preconcebidos de las películas y de pronto viene alguien a cambiarlo todo y se desilusionan. Como los poemas prefabricados, como la consciencia plena de saber que se habla por hablar (ah pecado, bien maldito, siempre fastidia) y aparece alguien que quizá no causa tanto revuelo como lo standard, pero siempre hay algún curioso, que se cuela, entonces le sacas el dedo y le dices: "aquí puedes quitar la música, pero el baile es mío".

Jajaja, no sé, alguna cuestión fumada del sueño ebrio te traje hacia aquí, asi que espero que me disculpes. Pero la miseria singular es solamente tuya y allí, el poseedor es Rey.

Saludos,

 

No me gustan los finales preconcebidos y nos poemas prefabricados, la miseria es mía y nadie me la podrá robar.
Gracias por pasar a leer Dama, un placer como siempre.
Un saludo,


Child of the grave.