Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Versos para las más bellas,
a las que hablan mientras callan,
a las que marcan sus huellas,
a esas que nunca te fallan.
Han sido escritos para ellas.

 

Son bonitas todas ellas
en completa oscuridad.
Se esfuma la fealdad
también con cuatro botellas,
mucha labia y falsedad.

 

Sé que cometí un exceso.
Conseguí amarte tres veces,
bebida ingerí con creces
y pude evitar ir preso.
Por eso no me mereces.

 

Todos habremos querido
no meter mucho la pata,
y adivinar el sentido
del mensaje en el oído:
no me des tanto la lata.

 

Sigo con el de Cyrano: era "lata", Maramin. Gran saludo.

Decían “dame la lata”,
¡el Buenos Aires de ayer!,
cuando el hombre iba a querer
bailar y pagando plata
por no abundar la mujer.

 

Es problema de mujer
el preparar la comida
que siempre tenga buen ver
y lograr que al ser servida
les cause a todos placer.​

 

Cocino y siento placer,
desde cosas complicadas
hasta las carnes asadas.
Tengo ganas de comer
unas buenas empanadas.

 

Unas buenas empanadas
cocinan los argentinos
las preparan horneadas
acompañan ensaladas
y a veces con buenos vinos.​

 

Tiene los días contados,
no solo los que son pares
también valen los impares,
los laborables sumados,
los festivos no separes.

 

Te presagio un gran futuro
como mercader de gases.
De flatos, ¡nubes, nos haces!
Eres, de esto estoy seguro,
mendaz entre los mendaces.

 

Esta lleno de mendaces
este mundo enloquecido
ya démoslo por perdido
van sobrando los disfraces;
sobre mojado llovido.​

 

¡Como me gustaba Amparo!
con su presencia divina,
pero tenía algo raro
en matices de oficina:
su servicio era muy caro.

 

A mi cora* le eres caro,
en mi frente eres un faro,
un poder que hay en la palma;
misma materia del alma
entre lo oscuro y lo claro.

​

*cora, abreviación de corazón.

 

Algo no me queda claro:
¿Me robaste el corazón
y en medio de la pasión
con tremebundo descaro
la calma y la educación?

 

Amigo Pi, salvo error por mi parte: de-se-a-ble. Nueve sílabas en ese verso.

Dicen que tengo razón.
Lo escucho tan a menudo
que a la duda ya no acudo,
pero suena el corazón
que dice: ¡cuanto boludo!

 

¿Es la palabra “boludo”,
inquirió un angloparlante,
variante de “cojonudo”?
Ni eres torpe ni ignorante,
dije, solo pelotudo.

 

Pienso que sos testarudo
cuando decís boludeces
y sos a veces muy rudo
y de lejos me pareces
como un borrico orejudo.​

 

Es un poeta furtivo
el que no sigue las normas.
Y se muestra muy altivo
denominando reformas
a su vagancia de chivo.

 

De copa tengo un sombrero
al que le aplico el plumero.
"Lo llevo solo en mis bodas
ya que soy un caballero",
es lo que les digo a todas.