Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Si observas profundamente
y adviertes el espejismo.
Si suena hueco el abismo...
¿Será la dicha ese puente
que cruza solo uno mismo?

 

Se ha dado el inicio mismo
en tus ojos de café
a orillas de nuestra fe.
En los míos hay un itsmo
que yo siempre detesté.

 

Sigo con la de "mismo", estimado José Luis. En este reto nos piden tomar la palabra final textualmente, mientras que en el de las liras, solo su rima.

La lucha contra uno mismo
creo es la más formidable.
Se mezclan en forma inviable
triunfalismo y derrotismo
formando un risco insalvable.​

 

Este risco es insalvable
porque conjuga al mezquino
y al derrotero babuino
que actúan en forma inviable
con su proceder ladino.
​

 

El tercero te ha quedado de nueve, Pi.

Poco valoro al destino.
¿Presos somos del villano?
¿Es un algoritmo insano
bajado de algo divino?
Esmerarse es lo más sano.​

 

Olor cítrico del pisco,
este paisaje agradable,
música reconfortable,
un perro abrió un asterisco
y mi paz fue desechable.​

 

Los recuerdos que atesoro
más que al oro los valoro:
cada beso de mi madre,
cada abrazo de mi padre
al que todavía añoro.​

 

Entre mis cosas lo añoro,
están llenas de fragancias
que despliegan sus estancias
de placeres donde ancoro.
Por ti recorto distancias.
​

 

Hay momentos, circunstancias,
donde el espacio conmueve
y no admite las jactancias,
sentimos el cuerpo leve,
ni un microruido se atreve.​

 

Si un día viajar se atreve
al llegar a su destino,
no disfrutó del camino
puede que por dentro lleve,
el dolor de un torbellino.

 

Cuando la conciencia mande
la razón entrará en juego,
combatiendo con el ego
que en el interior demande,
como calor que da el fuego.

 

El interior dará fuego
y un calorcito a su vida,
un hogar, una guarida
que lo aleje del ruin juego
de abrir más y más la herida.​

 

Galerías del amor
con sus múltiples pasillos
nos ofrecen el candor
por medios muy sencillos,
es que basta con ser pillos.
​

 

No caeré entre los pillos,
quieren robarme la paz,
haré ejercicios sencillos
para alcanzar mi solaz.
Escribiré sonetillos.​

 

Hacen falta sonetillos.
La décima en La Madera
se emplea a sobremanera.
Vamos, con diversos brillos,
a revolver la caldera.
​

 

Cubierto con edredón
sobrellevo el crudo invierno;
necesito protección
en esos días de infierno
con versos en mi cuaderno.​

 

De todo mi equipaje
hoy he hecho triaje;
además de lo puesto
llevo para al viaje
tres libritos y un cesto.​

 

Pregunto, ¿qué habrá en el cesto
que atesora con cuidado?
Tal vez un emparedado,
o quizá un sueño modesto
que le crezca con lo andado.​

 

Hoy miro el camino andado
donde construí muchos puentes,
de mis logros son las fuentes
de días tristes candado,
que no gobiernan mi mente.

 

Los tropiezos de la mente
cuando cede el parapeto
que me resguarda el libreto
arman revuelo creciente,
puede arruinar el boceto.​