Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

Se cruzan los caminos
y parece que fueran solo uno.
¿Seremos dos destinos
que, sin motivo alguno,
sostienen que mezclarse es oportuno?​

 

Y me vienes con rosas,
me juras que tu amor es muy sincero.
Desparramas tus glosas
y digo que te quiero,
pero te alejas pronto, mi viajero.​

 

El tiempo es pasajero
en un cósmico tren indescifrable.
Es mi fiel compañero,
sereno y muy afable,
si bien es de mis canas responsable.​

 

Soy príncipe o mendigo
según el apetito con que vengas.
Pero igual te bendigo,
aunque de mí te abstengas
y con juegos pueriles te entretengas.​

 

Hermosa bugambilia
pequeña flor que luces por las calles.
Eres de gran familia.
Tú adornas donde te halles,
igual en los jardines o en los valles.

​

 

Soy un hombre maduro.
Si te apuras, gozas madurez.
Un viejo dicho duro
dice que en la vejez
de maduro a podrido hay rapidez.​

 

El color de tu tez
cambia el tono al mirarme, por rosada,
pero con altivez,
y así no pasa nada.
¿Cuanto habré de esperar a ser amada?​

 

Remueven con tesón
escombros y valores del desastre.
Combaten desazón
-que es un pesado lastre-
y evitan que a la muerte los arrastre.​

 

Tu amor es un desastre
un día me prometes luz de estrellas,
mas de camino al sastre
te miro ahí con ellas
que muy contentas van por las botellas.​

 

Son dulces las querellas,
preludio de deleites conyugales
son, de noches muy bellas.
Si son cosas banales,
deberán ser tomadas como tales.​

 

Un huracán horrible
casi arrasó la Islita del Encanto.
Y resulta increíble
notar, con mucho espanto,
que digan que no ha sido para tanto.​

 

... es que los estatutos
solo valen con gente de principios.
Para pillos y astutos
normalizan desquicios
y no tienen ni escándalos ni juicios.​

 

Tu voz con artificios
de palabras que evocan la ternura,
me despiertan los vicios,
voy perdiendo cordura
y mi palabra pierde la mesura.

​

 

En su forma más pura,
el amor no requiere analizarlo.
Es la dulce atadura
de poder alcanzarlo,
deseando además jamás soltarlo.​

 

Hay algo de insistencia
en meterte en mi espacio vespertino.
Quiero solaz; paciencia,
no apures el destino.
No hace falta vivir un torbellino.​

 

Me asombro con la Osa
Mayor; con sus contornos me embelesa.
También eres hermosa,
aunque seas obesa
así como ella, ¡bella luz que apresa!​

 

Al acecho en mi asecho,
me dispongo a arruinarte la existencia.
Sacaré gran provecho
de tu enorme inocencia,
robando tus pasteles en tu ausencia.​

 

Disfruto tu presencia.
El día manda flores y perfumes
de muy sutil esencia,
que en poemas resumes,
aún cuando al dejarlos tú te esfumes.​