Liras ligadas logran labrar los lúcidos locos

Tu amor es de batallas.
Siempre que quiero darte tú te alejas,
mas si vienes no me hallas
y siempre tienes quejas.
Dime tú con que ritmo te aparejas.​

 

La sombra de las rejas
se retira, vencida, a tu llegada;
la luz que me reflejas
del alba en tu mirada
me ha devuelto la fe en la escapada.​

 

¿Qué sirve? ¡Nada, nada!
Los logros materiales son un cuento,
una mera charada,
la llama del momento,
la noria de la rata y su tormento.​

 

Extraño ese tremor
que causaba tu beso ahí en lo oscuro,
a veces con temor,
estabas inseguro.
Te apreté contra mí, como un conjuro.​

 

Lejos del paraíso
de cada beso húmedo en deseo,
flores secas diviso.
Son un viejo trofeo,
muerto en hojas de un libro que no leo.​

 

Las poesías que leo
me transportan a un mundo diferente,
y ya no sé en qué creo;
se me nubla la mente
y me dejo llevar por la corriente.​

 

Tu palabra me miente
y me pinta ilusiones que yo anhelo,
entonces mi alma siente
que vuela por el cielo.
Así olvido el penar, se rompe el hielo.​

 

Si hablamos de consuelo,
a veces tu reír lo puede todo.
Imaginario vuelo
emprendo con tu modo
de curarme del mundo y de su lodo.​

 

Siempre me basta un guiño
de ti y esas sonrisas mañaneras
para creerme un niño
por un rato, en quimeras
de simplezas y paces verdaderas.​

 

Ser feliz es posible
si se logra olvidar lo que nos daña.
No hay que ser tan sensible,
hay que darnos la maña
y evitar ser la presa de esa araña.​

 

Se sabe, la patraña
siempre es hija dilecta del despecho,
como así la cizaña
suele estar al acecho
para helar la pasión de todo lecho.​

 

Se acaba la sesión
y la sala se queda despejada,
tengo la sensación
de que, tras la jornada,
más que tranquila, queda abandonada.
​

 

Se inicia esta jornada,
la primera laboral del año entrante.
La esperanza, animada,
se nos muestra expectante
e invita a que sigamos adelante.​

 

Pues yo voy tan campante
entrando al año nuevo con presteza
y esperando anhelante
usar bien la cabeza
y alejar de mi mente la tristeza.​

 

Bailo merecumbé.
Bailo tango y también la Marsellesa.
Jamás me detendré,
pues puedo caer presa
del ocio y engordar sin ser sorpresa.​

 

Hay mundos sin la esencia
de tu calor, son yermos de penuria.
Quererte es una ciencia,
no alcanza una centuria
para estar a la par de tu lujuria.​

 

Cada día demuestras,
sin esfuerzo, que es algo natural
cuando en formas maestras
das algo colosal
de tu encanto, interior angelical.​

 

No eres superficial.
Palabras se acomodan en tu boca
con dicho sustancial
y si es verso, provoca
sorpresa y admiración por lo que evoca.​

 

Hay alguna mirada,
un segundo de vida en nuestras vidas,
que veloz nos traslada
a las tierras perdidas
que busca un corazón que carga heridas.​