¡Más maderaaa!

¡Y sé muy bien lo que he dicho!
No es palabra improvisada,
es verdad clara y fundada,
no un murmullo ni un capricho.
Reitero lo susodicho,
con ímpetu y con motivo,
pues lo que aquí digo es vivo
y late en mi pecho ardiendo.
No es poco lo que defiendo,
es mi ser, firme y altivo.

 

"Es mi ser firme y altivo"
gritaba a los cuatro vientos;
yo no sé si serán cuentos
o es que piensa que es un divo
con un orgullo excesivo.
Me parece prepotente,
y tiene un ego imponente,
lo mismo es un sinsustancia
que se está dando importancia,
veremos si se arrepiente.
​

 

La cerveza te disloca,
te despeina la razón,
da calor al corazón
y a la lengua la desboca.
Cada trago te coloca
como un canto a la alegría,
mas, luego, tras tu osadía,
acabas como un deshecho,
y el recuerdo de lo hecho
te amarga bien todo el día.

 

Te amarga bien todo el día,
se alborota como loca,
yo creo que se equivoca
con esa paz tan tardía,
y yo siempre te decía
que eras mi reina genuina.
Mi adorada Catalina,
la que poco colabora
¿y que debo hacer ahora
con esta loca gallina?

 

Con esta loca gallina
que ya no pone ni un huevo
tal como en el Medioevo
preparo la guillotina
(más bien, arma blanca y fina,
no pretendo exagerar).
Esperemos almorzar
un excelente puchero*.
Debo hervirla hasta febrero
si es que la voy a ablandar.
​

*m. Especie de cocido, como el cocido español.Sin.: olla, cocido, guiso, puchera, hervido​

​

 

Y se limpia la barbilla
y escribe en la servilleta
pues su espíritu poeta
le hace tomar su plumilla.
Se deja la empanadilla
y compone cual poseso
pensando solo en el beso
que su amada le ha plantado,
el hambre se le ha quitado
sumergido en su embeleso.​

 

Sumergido en su embeleso,
juguetes de escaparates
que costarán disparates
le pide su hijito, obseso.
Es muy escaso su ingreso
como empleado estatal.
Le causa un profundo mal,
y abraza al niño en lamentos.
Quisiera estar, por momentos,
en castillos de cristal.​

 

En castillos de cristal
vivían las princesitas,
tan modosas, tan bonitas,
con collares de coral.
Un unicornio ideal
corretea por el jardín,
a lo lejos, un violín
desgrana su melodía
y junto a la celosía
juega un perro saltarín.​

 

Juega un perro saltarín
y en eso, un príncipe viene.
A duras penas sostiene
su porte de paladín.
Cabeza hueca sin fin,
al menos es algo apuesto.
La princesa dice: “¿Y esto?,
¡me quedo con el batracio!”
Se aleja triste y despacio,
con un dolor manifiesto.​

 

Con un dolor manifiesto
en la parte masculina
que es de los hombres genuina,
hacia urgencias corrí presto.
Cierto es que llevaba puesto,
circundando su estructura,
un aro que, en su apretura,
exponía dicha parte,
no sé bien cómo explicarte:
...en toda su envergadura.

 

En toda su envergadura,
un cóndor conquista cielos.
Luego el Sol, tal vez por celos,
nos priva de su hermosura
volcándonos sin mesura
su luz en nuestros semblantes.
Mas con alas cautivantes
lo eclipsa el ave un momento.
Ejemplifica su intento
la lucha de dos gigantes.​

 

La lucha de dos gigantes​

con encinas por garrotes
y con pelo en los cogotes
contemplé unos instantes.
Cabalgaban elefantes
y se daban de mamporros
directamente en los morros:
de repente desperté
y a mi mismo me juré;
hoy mismo dejo los porros.​

 

Hoy mismo dejo los porros
pues deben ponerle algo
y de este mundo me salgo
en silíceos chinchorros.
Levita en aires pedorros,
de metano y de cristal.
Ella luce angelical
con ese tul a lunares.
Danza, invita a lupanares
en algún rincón astral.​

Nota: “Lucy in the Sky with Diamonds”

 

En algún rincón astral
en un lejano horizonte
en la quietud de ese monte
he sepultado este mal.
Bajo el rudo temporal
de esta guerra de elementos,
estallaron los fragmentos
a este corazón tan mudo,
le he puesto de acero un nudo
atando sus argumentos.

 

Atando sus argumentos
con el zuncho de la vida,
va perdiendo la partida
hundido en medicamentos
que incluso los sentimientos
con impiedad le carcomen.
Lleva un nudo en el abdomen
que es la antesala del fin.
A recoger su violín
tal vez sus deudos se asomen.


​

 

Tal vez sus deudos se asomen
ahora que yace muerto
y comienze aquel entuerto
que les retuerce el abdomen.
Y en los rincones se asomen
los ecos de aquella herencia,
por cuidar con gran paciencia
al viejo tío Albertino.
Lo tildaron de mezquino
no le tuvieron clemencia.

 

No le tuvieron clemencia
al pobre reo contrito
no les importaba un pito
su vida ni su existencia.
Cuando dictaron sentencia
a muerte lo condenaron;
a la prisión lo mandaron
hasta que llegó la hora.
Aquel día, sin demora
ni dudas, lo fusilaron.​

 

Ni dudas, lo fusilaron
si contamos agujeros.
Los veinte carabineros
veinte le descerrajaron
y sin piedad lo mataron
por ser un libertador.
Hubiera sido mejor
una cadena perpetua.
Ya no son tiempos de fetua,
son de compasión y amor.​

 

Son de compasión y amor
los poemas que recitas
con palabras exquisitas
que salen de tu interior.
Dan a mi alma calor
y sosiego a mi cabeza;
están llenos de belleza
y demuestran empatía;
me gusta tu compañía
porque me da fortaleza.​

 

Porque me da fortaleza
tu ánimo y tu cariño,
me ilusiono como un niño
si me abrazas con lindeza.
Se me pasa la torpeza
y engalano tus oídos
con los sinceros cumplidos
que a luz da la admiración
despertando al corazón
el sabor de sus latidos.​

 

El sabor de sus latidos
me lo transmite su piel.
Si digo que sabe a miel
ofrezco versos manidos,
injustos a los sentidos
por ser ella indescriptible.
Hay un secreto indecible
en su porte angelical,
pero yo la quiero igual
por ser tan imprevisible.​

 

Por ser tan imprevisible
¿que es lo que puedo esperar?
solo un encuentro al azar
de un calendario invisible,
que se vuelve combustible
y atravieza como lanza
inclinando la balanza
entre el pecho y la razón,
late, late corazón
siempre junto a la esperanza.

 

Siempre junto a la esperanza
habitan los tiempos duros.
Un lago de hidrocarburos
se vislumbra en acechanza.
La destilería avanza,
en rápida construcción.
El hábitat del hurón,
el reno, el oso y el alce
no creo que se realce
con muerte y devastación.​

 

A la paz no se somete,
nunca cree negociable
la libertad que su sable
conquistó y no por billete.
Es excelente jinete,
el mejor del batallón.
Sin embargo, un panteón
le traman ciertos aliados.
Pagarán los descastados
el precio de la traición.​

 

El precio de la traición
quien lo puede definir,
es tan duro redimir
y no tiene solución.
Le sigue la decepción
de saberse repudiado,
herido por el costado
de rodillas por el suelo,
observando en desconsuelo
el ser blanco de atentado.