Adversidad álmica

Se licuan en tu laberinto,
mis sentidos, ahora hechos corazón,

tuyo,

siempre tuyo,

se mueven tus suspiros,
en mi nuevo cuerpo,

venosa condena,

siembra en toda herida,
cielo de lúdicas asperezas,

que serán costra,
que serán cicatriz,

construyendo la matriz de este imperio,
yermo,
aún moribundo,

entre inexistencias alimentadas,
con la viscosidad de tu ira,

marchan,
las costumbres
de lóbregos horizontes,

serán nuevo edén,

cuando sus certezas
maten completamente al cielo.

 

Este poema describe un viaje intenso hacia la entrega total, donde los sentidos se funden en un corazón que late únicamente para el otro. El yo poético se abandona en un laberinto de suspiros y heridas, que aunque dolorosas, terminan por convertirse en cicatrices, testigos de una transformación profunda. En medio de la condena y la ira, surge un imperio todavía moribundo, pero con la posibilidad de renacer. La tensión entre destrucción y creación se revela como el germen de un nuevo Edén, oscuro y contradictorio, donde la muerte de las viejas certezas abre paso a un horizonte distinto, marcado tanto por la herida como por la esperanza.


Saludos Cordiales