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La cima se viste de cielo,
ante la fragilidad terrenal,
porque toda vida, muerte es,
porque toda muerte no es calma,

el cielo se extingue,
el hombre entre infiernos se pierde,
y con su lluvia se vuelve a encontrar,

aún cada cielo entrelaza promesas,
entre tiempo aún más frágil que mísera fe,

porque nuestro miedo es eclipse,
entre los brazos de la luna,
entre sueño y fortuna,

el miedo mengua cuando nos cansa,
el miedo vacío es condena,
y el miedo del muerto, vida,

vastedad de firmamento sin límite,
congregación de estrellas inconmensurables,
perspectiva completa
de omnipresente divinidad,

el ciclo inmenso, es universo,
el tiempo del fin, es final reacio,
que mancha de sangre al eterno culpable,

al culpable de la quebrada existencia,
de las verdades escondidas en la mente,
en las sombras de toda verdad,

el viento que cuida,
es de promesa perdida, responsable,
es de una humanidad envidiable,

el tiempo que daña
es herida de alma longeva,
telaraña en donde caen los sabios,

donde los pulcros temen pudrirse,
donde la vida florece para decaer,
donde no hay guía,
donde todo es desorden,

donde el tiempo cuenta la gravedad
de un caos indefinido,

donde la muerte y la vida
no tendrán nunca un sentido.