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Delirante

Discussion in 'Poemas de Amor' started by abril23, Jan 9, 2013. Replies: 0 | Views: 231

  1. abril23

    abril23 Poeta recién llegado

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    Jan 9, 2013
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    Esa noche esperé su llamada más que nunca, pero no llegó. Y finalmente entendí, la inclemencia de la vida ante los corazones enamorados. Estaba a punto de perder otro año, tenía cientos de trabajos, exámenes y un corazón roto. Pero al mundo no le importaba. Quería llorar y morir, pero tenía que cientos de hojas que leer. La llamé, llamé a su esposa y la escuché, y también escuché su voz. La interferencia de una cabina de quinta me impidió distinguir sus palabras, entre los ruidos escuché un par de risas. Eran risas y yo lloraba. Lloraba por él y por mí, y por lo que nunca podríamos ser. Lloré porque hubiera dado todo por ser ella. Mi juventud, mi familia, mi vida, todo. Hubiera matado de ser necesario. Así es. Matado. Lo amaba como solo aman los locos solitarios. Lo amo. ¿Qué otra cosa podía hacer si no amarlo? Tenía 15, gorda y poco agraciada. Aún soy esa niña. Él era lo mejor que podía conseguir. Alguien que me ame. Era todo lo quería. Acomplejada y sin gracia. Jamás podría tener a alguien más. Puta, dijo más de una vez. Y lo era. Era su puta. Era suya. En cuerpo y alma. Hubiera muerto para demostrarle mi amor. Pero no era suficiente. A él no le importaba. Él no quería perder a su familia y yo no quería perderlo a él. ¿Qué podía hacer si era todo lo que tenía? Escondida. Acostada en el suelo de su oficina, le entregaba todo lo que tenía. Era poco. Pero se lo daba. Por ¿amor?. Ahora pienso que ese amor es como un síntoma de mi eterna soledad ¿lo es? Pero lo amo. Lo espero. Sueño. Y espero. Tal vez algún día. Solo tal vez. Podremos estar juntos. Frente al mundo. Amándonos. O amándolo. Lejos. En un lugar para nosotros. Colgada de su ojos. Feliz al fin. A su lado. Siempre. Tal vez. Solo tal vez… Esa noche esperé su llamada más que nunca, pero no llegó. Y finalmente entendí, la inclemencia de la vida ante los corazones enamorados. Estaba a punto de perder otro año, tenía cientos de trabajos, exámenes y un corazón roto. Pero al mundo no le importaba. Quería llorar y morir, pero tenía que cientos de hojas que leer. La llamé, llamé a su esposa y la escuché, y también escuché su voz. La interferencia de una cabina de quinta me impidió distinguir sus palabras, entre los ruidos escuché un par de risas. Eran risas y yo lloraba. Lloraba por él y por mí, y por lo que nunca podríamos ser. Lloré porque hubiera dado todo por ser ella. Mi juventud, mi familia, mi vida, todo. Hubiera matado de ser necesario. Así es. Matado. Lo amaba como solo aman los locos solitarios. Lo amo. ¿Qué otra cosa podía hacer si no amarlo? Tenía 15, gorda y poco agraciada. Aún soy esa niña. Él era lo mejor que podía conseguir. Alguien que me ame. Era todo lo quería. Acomplejada y sin gracia. Jamás podría tener a alguien más. Puta, dijo más de una vez. Y lo era. Era su puta. Era suya. En cuerpo y alma. Hubiera muerto para demostrarle mi amor. Pero no era suficiente. A él no le importaba. Él no quería perder a su familia y yo no quería perderlo a él. ¿Qué podía hacer si era todo lo que tenía? Escondida. Acostada en el suelo de su oficina, le entregaba todo lo que tenía. Era poco. Pero se lo daba. Por ¿amor?. Ahora pienso que ese amor es como un síntoma de mi eterna soledad ¿lo es? Pero lo amo. Lo espero. Sueño. Y espero. Tal vez algún día. Solo tal vez. Podremos estar juntos. Frente al mundo. Amándonos. O amándolo. Lejos. En un lugar para nosotros. Colgada de su ojos. Feliz al fin. A su lado. Siempre. Tal vez. Solo tal vez…
     
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