El psicótico

Jairo, el psico - tico

Jairo estaba extraviándose de a pocos, sin darse cuenta de ello, en ideas locas que perturbaban la armonía de su semblante, y lo hacían verse ante los ojos de la multitud, como alguien desconfiado, desvirtuado e intolerante. El siempre creyó que no tenía mayores problemas, que todos sus problemitas eran tan diminutos que no valía la pena hablar de ellos. Pero con el tiempo estas ligeras angustias, le fueron creando espasmos de personalidad, que lo hacían parecer otro, completamente distinto a lo que él buscaba ser. Jairo atiborraba de especulaciones a su superyó, haciéndole creer que todos estaban moralmente equivocados, y que todos sufrían de parálisis moral, generalizando las cosas de un modo a veces incoherente, y otras veces cercano, pero no exacto. Sin embargo; se callaba las cosas, las criticaba de a pocos, a ver, de lejitos nomás, sin mucha mella, y ello lo hacía caer en una leve hipocresía, que se hacía con el tiempo más grande y notoria. Por momentos, destellos breves de lucidez, le hacían notar que aquel jueguito voraz que practicaba, lo ponía en una vorágine de sentimientos y emociones contraídas, que lo único que le deparaban era una próxima e inesperada explosión de magnitudes insospechadas, que podría dejar claramente muertos y heridos (y a él bien muerto, claro). A día de hoy, mi amigo Jairo todavía no explosiona; de manera que es incierto que tan malas puedan ser las consecuencias. Ahora bien, el día que erupcione este mega volcán, generará una nube piroclástica que afectará a todos los cercanos a él. Debería de ir a un psico, un psicólogo quiero decir. O a un psiquiatra (lo cual no significa que esté más loco). Un consejo, hasta de un conejo, o de un hombre con cara de conejo. FIN

PD: cualquier parecido con el nombre es pura coincidencia; es que, no tengo imaginación para poner un nombre más original.