Inocencias atrevidas

Inocencias atrevidas

No llores por mí, Magdalena,
que te voy a deber
toda el alma llena de pena.

Así como la flor de bellos pétalos,
en una mañana rocío agreste,
eres un querube entre mis óvalos,
maravilla de luz en el celeste.

Tu belleza aurora, del alba alondra,
brilla y aroma ambrosías lozanas;
en el suspiro de tu aliento exhalas,
torrentes, primaveras permitidas,
arco iris señal, paces y alegrías…
La vida es tu presencia que engalana
candores de inocencias atrevidas.

Cuando de frente tengas grande pena
y te pidan cinco años de prisión,
parca será esa loca y gran condena
si los años no cumplen colofón.

Por eso nena,
no me ames con tus cadenas,
ámame con tu pasión,
y escucha a esos ángeles, tus venas,
que los míos de las penas son tambor.​

 

Me tomo el atrevimiento de comentar, que me gusta mucho su poema.

 

Sí, gracias.