jardines escolares

Mi jardín tiene atisbos de locura, no razona lo que lleva a cabo, florece. Florecen entre sus hojas capullos, muestra el inicio del nacer de sus unos, unos capullos renqueantes para el tiempo de los hombres, si es que el hombre los espera. Ágiles, fulgurantes por si mismos, conmemorando en cada una de sus primaveras la hermosura de una vida, abonados por la sabia naturaleza.

Lluvia seduciendo a una tierra, tierra alimentando la esencia del clavel, que perdura por tiempo en el violeta de sus pensamientos, con el blanco de la pureza o con el rojo de una atracción seductora.
Restaura el otoño caído y atrapan unos centimetros de más, crecen y crecen. Sin contemplar si perdurara lo marchito, si estaran siempre en flor o caeran en el olvido, sólo estrechan la vigencia de ese instante, suyo, el de un ahora.
La humedad del agua las revive, la luz con calor del sol las revitaliza, no hay recuerdos, amnésicas están de este mismo tiempo vivido sin fecha ni hora.

Trémula desdicha no comprenden las flores, son jardín desordenado con apetencias primordiales, no estipulan un soy quien soy, no cuestionan de donde vengo, ni se preguntan adonde voy, tan solo optan por captar cada uno de sus regalados respiros.
Se sumerge el clavel, las hortensias, en la dicha de la danza, que bailan con el viento, de la tertulia tenida con las estrellas o con la luna, en la espontaneidad de sus movimientos. No rebuscan mas allá de lo que se les otorga, inspiran.

En cada una de las diferentes formas de sus ramas está el arte, confiriendo realidad a lo imaginario, su arte no lo compone el artista buscando. Poseen una revuelta firmeza enredando y estrechando lo que nadie establece. Pintamos en un lienzo la gracil belleza, que con anterioridad la creativa madre natural ya ha esbozado.

Trompetas en mi jardín son los lirios, suenan. Cerezas tengo con la flor de las begonias, la elegancia en la caída de las pinzas de una kentia. Tú, flor que determinas el amor que será o no se hallara, tú, margarita. La resistencia está, en el ficus que herede de un ser querido; y esas otras amadas por mi, plantas y flores maravillosas, que animadas por el viento esperan…. ni el nombre de ellas conozco, ellas son más antiguas que los nombres.
Completada la sapiencia de un saber que anda mostrado y no es siempre conocido, de la semilla que soy y fui, del tronco que a la tierra anda unido, de ese capullo, mañana en flor, o de que lo casual no a existido; desprendo aquello que la vida en mi prende, ofrezco la esencia con otro matiz sensitivo, aderezado por la vida, satisfecho, restaurando a cada paso, propiamente teniendo, validando este inmenso conjunto, sin interrogaciones, en labor mostrando, continuamente expuesto.


318-omu G.S.