LA SEÑAL

Mándame una señal imploró iluso
el triste enamorado que lloraba
la pérdida de un gran amor difuso
que tras el gris ocaso se ocultaba.


Y gritaba en silencio su derrota,
maldiciendo al amor por la condena
de preservar la fe, casi remota,
de poder conquistar la fruta ajena.


Y el cielo respondió su sordo ruego
y mandó la señal tan esperada:
Una nueva ilusión, un nuevo fuego,
un nuevo despertar en su mirada.


La llama del amor inflamó el beso
que tanta frustración lanzó al olvido
empezando otra vez con su embeleso,
amar y siempre amar lo prohibido. . .

 

Bello y esperanzado suena el despliegue de tus versos amigo...
Un gusto leerte...un abrazo...
Nancy

 

eres de mi calaña poeta.