Mis yacimientos

Sobre un cristal agónico,

descansa el allegro,

con sublimes posturas musicales.


En lagunas de aceite y bálsamo,

flota el polvo.

Será que se ha vuelto una encerrona,

su aroma inapreciable.


Pierdo un gramo de besos,

cada vez que se doblan in crescendo los ópalos nacientes.


Formo parte de un embrión,

por doquier.

Mis huesos se derivan,

sin contacto.


Canturrean, se corroen, por falta de azogue.

Como una fortificación,

edifico un espejo.


Mido el tiempo,

le marco la talla, y pienso:

Este traje a medida le servirá para un solo día.


Guarda otros idiomas, otras índoles,

otras maneras de secuenciar la paciencia, el tedio, o la fugacidad.


El ajuar donde vivo,

me lo roba, poco a poco, la cadencia con que laten mis sentidos.


Bombeo sangre,

pero el feto no se va,

me vigila y me tutela.


Pero tú…

Has venido sin que te viera.

Formas parte de mí,

Con la lógica en la mano.


Yo presumo de pluma.

Y de todos mis hallazgos.

Mi pie candente, mi boca inesperada.


Impacta que nunca te cuestione,

pero mi camino es recto.


La escorrentía arrastra la hojarasca,

inunda el subsuelo,

y se eleva,

ah, lluvia cismática, que reinas en el verso de los ríos.


Fluye mi cuerpo insólito,

sucumben las espadas,

al soñar me siento un poco más tardío que la verdad.


Pero no tengo nada que ocultar,

anaerobia es la última sensación

antes de ser amado.