Mujer arbol

Despertaré, sin haber soñado, entre la última sombra del primer olivo,

navegando la luz entre las hojas de cuando arde el querer.

La tierra será mis pies, el cielo un intento de olvido

y el río, de agüita fresca, el espejo que refleja el amanecer.

Mi espíritu bailará descalzo y el jazmín se me enredará entre el pelo

al compás de la balada perfecta que recuerdo de anteayer,

cuando sentada, tan mujer, tan árbol, a la orilla de los tres ríos

que separan mi mundo del cielo, una nube me dijo que me quería llover.

De amarillo me manché la mirada, sentí la necesidad de llorar mis versos,

las ramitas me marcaron el ritmo y una canción me nació entre los pies.

Un poema de alfredo lombardo, una foto de ti, un recordar tus besos

y un manantial de agua salada tirándose al vacío entre mis pupilas y la piel.

Aquella nube me rozó la espalda, una estrella me hizo olvidar el miedo,

los cuervos se pintaron de colores las alas y las sombras de algodón de miel.

Y me levanté de nuevo, tal mujer, tan árbol, tan fuerte mis sentimientos

que al levantar las manos, me tengo que seguir podando los dedos para que mis sueños no arañen el atardecer.


(Dedicado a LA MUJER ÁRBOL y a su CD "Mi espíritu y el jazmín")
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