Paisaje muerto

Anatomías de efimeridad carnosa,

huesos de la luna,
piel de soles apagados,

encenderán las hogueras
de cruentos cimientos,

se alzan para enfrentar toda adversidad,

desperdicio y cruentas heridas,
generan en más de un horizonte,
multitud incuantificable,
de dolores nuevos,

reptan y se arrastran,
hasta ser aplastados por la noche,

luego,

amaneceres de semblante dorado,

observan,
como sus certezas
se vuelven difusas
hasta para sus dotados sentidos,

poco a poco,
la codicia de este nuevo amanecer,
vuelve invisible
toda permanencia corpórea,

todo astro
es ilusión,

de toda imperfección
perdida.

 

El poema nos conduce por un tránsito de lo carnal hacia lo efímero, donde la fragilidad del cuerpo y las heridas de la existencia son devoradas por la noche y diluidas en la fugacidad del amanecer. La materia, que parecía sólida, se revela como ilusión, y la permanencia se desvanece en la codicia del tiempo. Así, toda certeza humana queda suspendida, recordándonos que tanto la luz como los astros mismos son espejismos que señalan la pérdida inevitable de lo imperfecto y la disolución de lo corpóreo en lo inasible


Saludos Cordiales