Tu desnudez

Caído de mis ojos
—milagro—
tu cuerpo plural

esos benditos pájaros del eco

aquellos mundos perviven
en blanquecinos árboles

en miríadas de estrellas
que arredran el alba

transparentes mareas
que estiran la sombra
en cisnes de sangre viva

cuando el Verbo desmenuza
la lumbre de los cirios


reseco albedrío
el oficio de la espera

(aquellas aguas
empujan travesías)

la piel que lleva mi alma
respira agredecida el resplandor
de su bondad infinita

la noche es una herida
de dulcísimo gozo
y mi pupila humecta
el secreto de tu vientre:

tu desnudez
es cuando Dios enmudece

cuando contempla pasmado
su universo

cuando dejo de existir
y soy apenas el viento que te anda

tu desnudez
es cuando Dios llora enamorado

y solitario​

y cuando canta su misterio
en cada criatura

por eso tu cuerpo
no cabe en mi mirada

¡y no comprendo cómo vivo
afuera de tus huesos!

 

Muchas gracias, querida Rosmery.
Es verdad. El cuerpo y el alma. A veces la belleza del cuerpo de quien uno ama trasciende los cánones de belleza humana impuestos, para convertirse en una puerta de acceso a lo más sagrado de uno mismo y del otro. Se conectan todas las instancias históricas de ambos seres. Y existe una especie de alcoba nupcial en la que, una vez cerradas sus puertas, ya no es posible describir con palabras humanas lo que allí sucede.
Esto es apenas una humildísima evocación.

Muchas gracias por el tiempo que dedicas a leerme. Agradecimiento que crece exponencialmente por las palabras que le dedicas a mis textos.
Vaya un abrazo con el corazón desde este frío Buenos Aires hasta donde te encuentres. Te bendigo.
Dani.

 

Te cito aquí, por no haberlo hecho antes. Abrazo.

 

Gracias, maestro amigo por tu comentario. Por tu lectura. Es tal cual tú lo dices. Abrazo enorme desde este frío Buenos Aires. Dani.