Animal herido

Al principio,
llené de sueños esta copa,
de sueños infantes:
un anhelo primordial.

Y cuando di con los demás,
colmé de lunes la semana,
me cobijé con miedo de la gris rutina
del encierro.

Me hirieron
Como un rayo al cielo:
tras un tajo luminoso:
llovizna de sangre.

Me alejé de nadie.
Porque en el centro de la multitud,
siempre anduve solo.

Entonces incendié cada palabra
con las llamas de la ira.
Devolví cada estocada con pérfida certeza.
Erigí muros de hielo
para, entre el tumulto, yacer intacto.
Me ahogué en un lago de silencio
para estar a salvo.

Y así pasaron los años.

Hoy me sabrás extraño,
reinando este tugurio
desde un sillón desvencijado,
mirando tras las rendijas
como un animal herido
la ciudad y su delirio.