Cénit...

Tejidos en secretos de luna,
como el navío que estremecía la lluvia;
por la hoguera de tu inmortalizada alma,
tus ojos eran la penumbra.

Y la magma colateral hacia el olvido,
como base de aquel mar bajo tus ojos,
como llama ausente hacia el óreo,
que congelaba los recuerdos y se había ido.

Tu semblante brilló hacia el horizonte,
donde la pirausta nocturna, descansa en el alma,
en la flama, en el mar de lava,
donde las auroras habían caído.

Y brilló por sobre la rutilante luz,
el secreto de luna que en tu corazón se guardaba,
asesino de letras y de escazas esperanzas,
que en otoño morían, y a tu respiro resucitaban.

Te hice sentir en la húmeda arena,
marcada por lágrimas, donde tu nombre yacía,
bajo la sombra marina, el navío desaparecía,
adjunto a tu silueta, la triste cadena.

Y fue en el reposo de la apnea sobre el tiempo,
donde la ténue brisa abrazaba aquellos lirios,
donde tus besos, intensificaban mis respiros...

 

Hermoso de pricipio a fin. Me encantó, corrige algunos errores de tipeo, tu poema lo merece.
Felicitaciones
Un saludo
Rodrigo del Río

 

Maravilla excelente de inspirados versos brillantes.