Manos cerradas

En las horas inquietas, cuando
respiras la furia del huracàn,
sabes que no habrà tregua ni piedad,
todo lo arrastra la inclemencia,
dejando sombras aplanadas en
un mar de soledad.
¿Es acaso una pesadilla?
¿Es acaso una enfermedad?
Los sueños se disuelven en el torbellino,
las risas se evaporan como la bruma en la
aurora, como la nieve al orar.
Es vano hurgar los destellos en tus ojos,
la saña de los puños apretados
la resignaciòn en tu aparente
calma.
¿ Es acaso culpa de manos cerradas?
Y caminas incesante viendo frisos y
màs frisos de la catedral, cada grieta
que es preciso rememorar,
cada làgrima serà una historia sin
contar...