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Alejandría (romancero a la antigua 1)

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por Doblezero, 23 de Febrero de 2018. Respuestas: 10 | Visitas: 1021

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  1. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    ALEJANDRÍA

    En el pueblo de la historia
    que relata el verso habían
    doce carros, cuatro mulas
    y una antigua aceitería.
    Apenas tenía nombre
    en lo ancho de las Castillas,
    era como un espejismo
    a los lomos de esa brisa
    que ondulaba con su falda
    los trigos de la calima.
    Un caminante de mundo
    llegó a la aldea perdida
    entre nubarrones de ojos
    tras su cabello a ceniza,
    ¿quien será? curioseando
    susurraban las esquinas,
    ¿que busca este caballero?
    murmuraba una vecina.

    Bajo su cielo de alondras
    tejas rotas se escondían,
    él buscaba alguna plaza
    con el sol de mediodía
    contemplando las fachadas
    de un pueblo que parecía
    detener el son del tiempo
    con su lenta melodía.
    Ser cortes fue su bandera,
    recia espalda, frente erguida,
    por su tez de firmamento
    quince mil lunas yacían,
    en su cara brilló el cuero,
    en las manos dos encinas,
    sus piernas eran caballos
    y ese vello a manzanilla
    entregaba sin descanso
    el dorado en hebras finas.

    Tengan calma los lectores
    que la entrada es necesaria,
    ¡Dios me libre de aburrirles!
    pero este fue el panorama,
    pues mi anhelo es situarles
    en su aldea bienhallada.
    Ahora toca irnos al grano
    que el señor halló en la plaza
    un lugar donde hospedarse,
    un hostal de cinco camas
    cuya dueña, ¿cómo no?,
    era también una anciana.

    Entre la ingesta de gatos
    que en las tardes afloraban,
    que si boinas en los bancos,
    que si un garrote, una azada,
    y un farolillo oxidado,
    que allí el tiempo se paraba
    para sentarse a tu lado
    y cada día te contaba
    una historia del pasado
    de la mili o de las cabras.

    Era un pueblo sin noticias
    y las pocas perduraban,
    sus estrellas eran grillos
    y una dalia por mañana
    subía a un cielo de gallos
    afinando sus gargantas
    desde corrales vallados
    de una aldea de cal blanca
    con su fuente de granito,
    un pueblo de lengua larga,
    una villa de ojos chicos
    con cien frentes arrugadas
    y los días confundidos,
    donde la vida se estanca
    y aun así, yendo de paso,
    allí pasó dos semanas.

    Ya sabiendo las costumbres
    su curiosidad saciada
    le rogó a nuestro viajero
    cincuentón que se marchara
    a continuar buscando
    el misterio que empujaba
    a sus pies a andar p'alante
    pueblo a pueblo, plaza a plaza
    a encontrar un paraíso
    un tesoro o una dama.

    Un catorce de septiembre
    dispuso en el almanaque
    un azul claro y extenso
    en un cielo deslumbrante
    y al plantar su primer paso
    bajo la acera el viajante
    mariposas en ayunas
    vinieron para adornarle
    la calzada al forastero
    al tiempo que el recio arce
    soltaba una de sus hojas
    que cayó como por arte
    de una magia caprichosa
    junto al más bello semblante
    que habían visto sus ojos
    de Galicia hasta Alicante.
    Él era un hombre de mundo
    y a su mundo vino un ángel.

    Ella era una jovencita
    que veintiocho años restaba
    al señor de los caminos
    con sus canas ya criadas
    bajo sombreros de ante
    que su testa adornaban.
    Ella tenía la esencia
    de la feliz ignorancia,
    ella cuajó adolescencia
    con su pícara mirada,
    vino el aire a su melena,
    el sol a la porcelana
    de la seráfica mano
    que apartaba de su cara
    el flequillo más dorado
    descubriendo las dos dagas
    de unos parpados soñados
    por la misma Cleopatra.

    Él era un hombre maduro
    y ella era una jovencita
    en un pueblo para mulos
    ¡vaya una dicotomía!,
    por suerte era tan pequeño
    que no había policía
    pues a ella le embelesaba
    su áurea de sabiduría.
    Vino el carro del amor
    por la tarde fue la cita
    destrenzaron la amistad
    dibujando sus sonrisas
    y al tejer en soledad
    lazos de su compañía
    descubrieron de verdad
    la gema de la alegría.

    Se destroncaba el lugar,
    dos corazones latían
    y al surcar el nuevo edén
    con alas de diorita
    entre celosas culebras
    flagelando lenguas bífidas
    la madre naturaleza
    sus antojos disponía.
    El romero de las rocas
    de color verde crecía,
    se emborrachaban abejas
    con polen de margaritas
    al par que el señor alcalde
    mil informes requería
    descuajado por el cura
    el granjero y Josefina:
    "¡que indecencia! fíjese
    Don Andrés ¡no lo permita!,
    él es un hombre granuja
    y ella nuestra princesita".

    Como otoño de las hojas
    sus afrentas esparcían
    y al pasar junto a la iglesia
    a la hora de la misa
    un congreso fue de labios
    con cicuta en la saliva
    rezumando sus desaires
    como si fueran avispas.
    Y en roseta vino el bulo
    cual hojas de siemprevivas
    fueron chisme las ventanas
    y lengua las barandillas.

    Ella entonces se giró
    con aires de gallardía
    espetando a las señoras
    "Mi nombre es Alejandría
    y con él he disfrutado
    del sabor de la alegría
    así pues le doy mi mano
    cada noche y cada día,
    pueden ustedes señoras
    seguir con su cacería
    que yo seguiré a su lado
    para el resto de la vida”

    El galán impresionado
    por la roca persuasiva
    que lanzó de corazón
    y esa gracia impulsiva
    su joven hecha pasión
    y una firmeza abrasiva
    no quiso más que añadir
    con dulce galantería:
    "No les pido que comprendan
    soy consciente que querrían
    imponer su propio orden
    pero el caos se maravilla
    con el trazo delirante
    de las yemas de la brisa.
    Así pues déjenlo ya,
    heme aquí en la fantasía
    nadie podrá convencerme
    ni en esta ni en otra vida
    cuando todas las gaviotas
    del océano habitan
    en la extensa partitura
    de mi amada Alejandría".

    Autor: Doblezero

     
    #1
  2. Abrahám Emilio

    Abrahám Emilio Emilio.

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    vaya una historia de amor en tiempo ya medieval... bien la clave í-a en tus versos...

    saludos
     
    #2
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  3. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    jejejeje.... gracias Abraham, vaya que sí, medieval trovadoresco jejeje.

    Abrazos amigo.
     
    #3
  4. spring

    spring Sonriendo...

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    ¡BRAVO! Doblezero [​IMG] Cuanta elocuencia en esta simpática historia. muy agradable y bien relatada.
    Se puede conocer un poco de ese pueblo y recrearse en tu magnifico relato. Felicitaciones y mis saludinesss.
     
    #4
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  5. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    Muchas gracias spring. Bravo te digo yo por el comentario que le dedicas a este poema.

    Abrazos
     
    #5
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  6. Jazmin blanco

    Jazmin blanco Invitado

    ¡Encantador romance Doblecero.!
    Gran trabajo y mucho trabajo has hecho para nuestro disfrute.
    Felicidades.
    Jazmín
     
    #6
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  7. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    Muchas gracias estimada Jazmin, me alegro que te haya gustado.

    Abrazos
     
    #7
  8. Paco Valiente

    Paco Valiente Poeta que no puede vivir sin el portal

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    Bello y generoso en su extensión, trabajado poema repleto de historias dentro de una hermosa historia central. Te felicito amigo Doblezero por tan hermosa obra. Un abrazo. Paco.
     
    #8
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  9. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    Muchas gracias Paco, tu presencia siempre es un honor y tus palabras un orgullo más si cabe teniendo en cuenta el tamaño de este poema jejeje.

    Abrazos de un amigo.
     
    #9
  10. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    abordé la línea del tiempo con tu encantador romance, grato leerte
     
    #10
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  11. Doblezero

    Doblezero Poeta adicto al portal

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    Gracias compañera, que te haya gustado es un estimulo para mi.

    Bueno y sobre tu comentario en mi poema "Hermosísima".... uff, es increible la satisfacción que he sentido.

    Abrazos amiga.
     
    #11

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