Animal herido

Al principio,
llené de sueños esta copa,
de sueños infantiles,
de un anhelo primordial.

Y cuando di con los demás,
colmé de lunes la semana,
me cobijé con miedo
de la gris rutina, del encierro.

¡Me hirieron, sí!
Como un rayo al cielo:
tras un tajo luminoso,
desde entonces llueve sangre.

Me alejé de nadie.
Porque en el centro de toda multitud,
siempre anduve solo.

Entonces incendié cada palabra
con las llamas de la ira.
Devolví cada estocada con pérfida certeza.
Erigí muros de hielo
para, entre el tumulto, cruzar intacto.
Me ahogué en un lago de silencio
para estar a salvo.

Y así pasaron los años.

Hoy me sabrás extraño,
reinando este tugurio
desde un sillón desvencijado,
mirando tras las rendijas
como un animal herido
la ciudad y sus peligros.