Aún creo en ti.

Mi amor, yo estoy bien.
Me dijo en un momento de lucides, y exhalo su último suspiro.

¿Qué pasa? Pregunté
No hubo respuesta, solo un silencio cruel.

Mire por todos lados, pero nada divise.
Su espíritu ya no estaba, su cuerpo inerte, al parecer.

Dios, Dios, ¡clame!
Por mi mente, toda clase de pensamientos desfilaron,
la mayoría de ellos paralizaban mi ser.

Déjame ir.
Aunque nadie me hablara, escuché.

- ¡Te vas!
¿por qué?

¡Haz algo! Grité.
Nadie me escuchaba, lo sé.
¿Eso es todo? ¿En serio? Pregunté y pregunté.

Vamos, amigo. Dale más tiempo, aún queda mucho por hacer.
Me siento tan molesto y no sé qué hacer.
Respiré y respiré, parece que todo se terminó para ella, pensé.

Inténtalo, escuché.
Me voy, pero volveré. En formas distintas a estas, que tú ves.
Estaré justo a tu lado, cada vez.
Cuando me hables, contestaré, si miras al cielo, te veré.
Tan solo piensa en mí, y contigo estaré.

- Qué dulce eres, mujer.

De nuevo pensé. ¿Y ahora, que voy a hacer?
- Vámonos amigo, piensa. Tomé el teléfono y llamé.
¿Estás seguro de que no respira? Me dijo la voz al otro extremo.
Claro que sí, lo sé, sin embargo, diez veces más, por todos lados la toqué.
Nada, ni respira ni hace más nada. Ya lo constaté.
Al rato llegó la policía, el CTI de la fiscalía, los forenses y hasta la funeraria, a ver.

Papá, papá, decían en el teléfono, tal vez.
Por poco y me asustan toda esa gente a la vez.
Pero ellos no conocían la historia, entonces fui al escritorio y la saqué.
Por tal razón, no me alteré, en mi parsimonia, casi zombi continué.
Vamos a llevarla a la funeraria, me decían.
Ok, si, cuadren todo con mis hijos, ellos sabrán responder.

Te amo, mamá. Escuché.
Te amo, hijos. Y, pórtense bien. Pensé.
Te amo, papá.
Los amo, yo también. Contesté.

Hasta pronto, amada mía, balbuceé. Nos veremos arriba, después.

Es un regalo del cielo la vida, todos queremos vivirla bien, y por muchos años.
Claro que sí, lo sé.
Pero, como la música, una canción dura 3 minutos y pasa, por buena que sea dura otro par y ya. De lo contrario cansa.

Es un don la vida, así lo muestra la historia.
¿Qué harías sin ella, no lo sé?
Pero, si me la quitan, ¿cómo voy a vivir? Ella era mi vida. Contesté.

Bueno... Todavía Creo que hay algo más por hacer.

Muchas gracias a todos, por sus palabras de aliento y su compañía.
Creo que dormiré, y tal vez, solo tal vez, despertaré. No lo sé.

Por si me lo preguntan. ¿Aun creo en Dios? Claro que sí, con toda seguridad.

Eso creo…