Beso y Secreto son sinónimos

Monje Mont · 13 de Enero de 2023

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿Una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales
propagando con sus notas
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa; esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.

Cecilya · 1 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido, algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina, que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha, que regalan
los avaros a sus muertos: “¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales, propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–. Dije “nada”,
apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas. Y se alejaron
como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre que se sabe las esquelas.
Los glaciales se disfrazan con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos, y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental, con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa, quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos que nos habíamos reservado,
pero si mucho que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable que adereza
tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer lo póstumo presente,
de detonar las lágrimas de salva como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”, al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos a los nudos de tangencia
que sujetan a sus savias, las ramas futuras y pretéritas.
Percibía entonces flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo, las aguas del volcán
y los duendes lúdicos del fuego chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado las razones para un beso,
uno solamente…Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos. Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada, sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
Haz clic para expandir...

Es poema, es historia de versos, es el relato vivo (porque traspasa el monitor) de un vínculo que atraviesa muchas instancias hasta ese momento en el que el beso, al que suelo considerar un portal alquímico, se decide y se lleva a cabo inaugurando la etapa en la cual el amor se vuelve una certeza.
Así me llegaron tus líneas, las leí muchas veces y disfruté.
Un abrazo con admiración.

Luis Á. Ruiz Peradejordi · 1 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Cuántas cosas encierra el beso, que tiene de ofrenda, de entrega, de compartir gozos, instantes, sentimientos.
Es un mundo en sí, es llave y es promesa, es el ansia del corazón que alivia en el beso la sed de amor.
Versos herméticos, que recorren paisajes de sueño y ensueño.
Palabras para hacer poesía.
Un placer la visita. Un abrazo.

R. Daniel · 2 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Woooow!!!! Bellísima historia, con todos los profundos detalles que tiene una verdadera relación, maravillosas imágenes y metáforas afloran desde lo más hondo de los sentimientos, donde placer y al a se unen en el maravilloso secreto a voces de un beso. Magistral poema Monje Mont, sin duda alguna uno de los mejores que he leído. Aplausos y felicitaciones a su hermosísima inspiración y poesía, saludos Daniel

Darkness.cl · 2 de Agosto de 2021

Qué belleza querido amigo!!! Capturan las imágenes y su intensidad...
Siempre grato...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Ines Peiroti · 2 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Bellísimo poema querido Mont!.. Cuanto que decir y tan poéticamente, con un lenguaje sobresaliente y mucha sensibilidad y sutileza en cada metáfora e imagen invocada hacia el beso, hacia el secreto develado del amor que esperaba un regalo especial .Que mas especial que los besos tal y cual como lo dice tu poema y comentan nuestros amigos poetas. Y se han hecho muy especiales también tu maravilloso poema. Felicitaciones y admiración. Amables saludos con cariño.
Inés.

tribuZen · 3 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Espléndido repertorio de metáforas y pequeñas ironías que culminan en la unión... en verdad que es un poema sustancioso y no se hace suficiente con leerlo una vez. Una estupenda lectura, amigo Monje Mont, enhorabuena por tu arte. Un abrazo, que tengas una buena semana.

angelcesar · 3 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Tremendamente fabuloso, Monje!
Un deleite pasar.
Abrazo fraternal.

Monje Mont · 4 de Agosto de 2021

Cecilya dijo: ↑

Es poema, es historia de versos, es el relato vivo (porque traspasa el monitor) de un vínculo que atraviesa muchas instancias hasta ese momento en el que el beso, al que suelo considerar un portal alquímico, se decide y se lleva a cabo inaugurando la etapa en la cual el amor se vuelve una certeza.
Así me llegaron tus líneas, las leí muchas veces y disfruté.
Un abrazo con admiración.
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Te agradezco sinceramente la motivación de tu lectura y tu inteligente comentario. Lees profundamente y eso es de felicitar y agradecer. Gracias por honrar mis escritos con tu apoyo, estimada poeta. Espero que estés bien junto a los tuyos. Un abrazo.

Monje Mont · 5 de Agosto de 2021

Luis Á. Ruiz Peradejordi dijo: ↑

Cuántas cosas encierra el beso, que tiene de ofrenda, de entrega, de compartir gozos, instantes, sentimientos.
Es un mundo en sí, es llave y es promesa, es el ansia del corazón que alivia en el beso la sed de amor.
Versos herméticos, que recorren paisajes de sueño y ensueño.
Palabras para hacer poesía.
Un placer la visita. Un abrazo.
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Estimado Poeta Luis, un lujo encontrar su amable y motivadora huella en mis trazos. Muchas gracias por su apoyo y profundas lecturas. Que estés bien. Un abrazo.

Iván Terranova Cruz · 5 de Agosto de 2021

Este bello y profundo poema, el cual es... una enorme connotación sobre lo que nos significa el beso real, puro, auténttico, profundo y siempre espiritual cuan- do se da en nuestras vidas; justamente porque uno descubre de que ama, más allá de las trivialidades de la carne. Debo decir de que la comple- mentación del poema reluce gracias a la habilidad de tan sugestivas imágenes.
Mis saludos fraternos a tan delicioso esfuerzo, mi estimado Monge.
Cordialmente:

Monje Mont · 6 de Agosto de 2021

R. Daniel dijo: ↑

Woooow!!!! Bellísima historia, con todos los profundos detalles que tiene una verdadera relación, maravillosas imágenes y metáforas afloran desde lo más hondo de los sentimientos, donde placer y al a se unen en el maravilloso secreto a voces de un beso. Magistral poema Monje Mont, sin duda alguna uno de los mejores que he leído. Aplausos y felicitaciones a su hermosísima inspiración y poesía, saludos Daniel
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Estimado Daniel, un lujo contar con tus profundas lecturas y tus amables y motivadores comentarios que siempre te agradezco. Que estés bien, amigo. Un abrazo.

Monje Mont · 7 de Agosto de 2021

Darkness.cl dijo: ↑

Qué belleza querido amigo!!! Capturan las imágenes y su intensidad...
Siempre grato...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy
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Muchas gracias estimada Nancy por tu lectura y tu amable y motivador comentario. Un gusto encontrar tu huella. Que estés bien. Un abrazo.

Monje Mont · 8 de Agosto de 2021

Ines Peiroti dijo: ↑

Bellísimo poema querido Mont!.. Cuanto que decir y tan poéticamente, con un lenguaje sobresaliente y mucha sensibilidad y sutileza en cada metáfora e imagen invocada hacia el beso, hacia el secreto develado del amor que esperaba un regalo especial .Que mas especial que los besos tal y cual como lo dice tu poema y comentan nuestros amigos poetas. Y se han hecho muy especiales también tu maravilloso poema. Felicitaciones y admiración. Amables saludos con cariño.
Inés.
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Muchas gracias estimada poeta Ines por leer y comentar tan amablemente. Tu comentario me motiva. Espero que estés bien. Un abrazo.

ludmila · 8 de Agosto de 2021

Hola Monje, sublime tu poema, mis aplausos.

Guadalupe Cisneros-Villa · 9 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
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Existen cosas que el ser amado, hace o dice que nos impacta y se queda con nosotros,
que lujo leer tus versos en esta noche quieta,

Monje Mont · 9 de Agosto de 2021

tribuZen dijo: ↑

Espléndido repertorio de metáforas y pequeñas ironías que culminan en la unión... en verdad que es un poema sustancioso y no se hace suficiente con leerlo una vez. Una estupenda lectura, amigo Monje Mont, enhorabuena por tu arte. Un abrazo, que tengas una buena semana.
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Estimado amigo, siempre un lujo encontrar tu huella y tu amable comentario en mis humildes escritos. Que estés bien. Un abrazo agradecido pro tu apoyo.

Monje Mont · 10 de Agosto de 2021

angelcesar dijo: ↑

Tremendamente fabuloso, Monje!
Un deleite pasar.
Abrazo fraternal.
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Muchas gracias estimado amigo por tu lectura y tu comentario amable y motivador. Que estés bien. Un abrazo fraternal de regreso.

Monje Mont · 11 de Agosto de 2021

Iván Terranova Cruz dijo: ↑

Este bello y profundo poema, el cual es... una enorme connotación sobre lo que nos significa el beso real, puro, auténttico, profundo y siempre espiritual cuan- do se da en nuestras vidas; justamente porque uno descubre de que ama, más allá de las trivialidades de la carne. Debo decir de que la comple- mentación del poema reluce gracias a la habilidad de tan sugestivas imágenes.
Mis saludos fraternos a tan delicioso esfuerzo, mi estimado Monge.
Cordialmente:
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Gracias estimado poeta Iván por tu lectura profunda y tu comentario inteligente y motivador. Un gusto encontrar tu huella en mi escrito. Que estés bien. Un abrazo.

goodlookingteenagevampire · 11 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
Haz clic para expandir...

Definiría tu poema como de "grueso calibre" profunfo, reflexivo; metafórico y narrativo a la vez.
Un abrazo, Monje.

Monje Mont · 12 de Agosto de 2021

ludmila dijo: ↑

Hola Monje, sublime tu poema, mis aplausos.
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Estimada Ludmila un honor tu lectura y tu apoyo con un comentario amable y motivador. Me alegra que te gustara el poema. Que estés bien. Un abrazo agradecido.

Monje Mont · 13 de Agosto de 2021

Guadalupe Cisneros-Villa dijo: ↑

Existen cosas que el ser amado, hace o dice que nos impacta y se queda con nosotros,
que lujo leer tus versos en esta noche quieta,
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Gracias estimada amiga por tu lectura y tu amable comentario. Un gusto encontrar tu huella. Que estés bien. Un abrazo.

LUZYABSENTA · 14 de Agosto de 2021

Monje Mont dijo: ↑

Nos sentábamos allí, esperando los giros de la vida,
que así de súbito, en un chasquido,
algo nos sacara de las malas notas.
Que el sax no se perdiera tras la esquina,
que Ammons tocara otra vez el Angel Eyes:
ese vértigo extraño, esa angustia cardíaca
tan próxima a la asfixia.

Una voz taciturna ofrecía las flores de escarcha,
que regalan los avaros a sus muertos:
“¿una rosa para su amada?”, insistía.
Yo imaginaba los pétalos vocales,
propagando con sus notas,
glaciales rojos en el alma, ultimando su turgencia
–las flores entonan los axiomas de los muertos
y es inútil indagar en sus antípodas–.
Dije “nada”, apuntando a lo que estaba detrás
y muy lejos de los cuerpos. Ellas intuyeron
que lograba ver tras sus cosméticas patrañas.
Y se alejaron como los fríos, con enero.

(La belleza fría no aviva al hombre
que se sabe las esquelas. Los glaciales se disfrazan
con la epidermis de las vírgenes,
que sanan sus miedos especulando futuros inexactos
–fatamorgana de castillos
rendidos a la mala suerte de su casta).

Cuando al fin el silencio tocaba sus adagios
y la gente habiendo abordado sus quimeras se alejaba,
nos mirábamos tranquilos,
y el frío respetaba nuestro espacio.
Con un sereno exquisito nos cogíamos las manos.
Yo hacía girar con las miradas el café
y tú ensimismada te asías a los giros, entonces
viajábamos a nuestra humanidad más instintiva.
(Me fascinas primigenia, elemental,
con todas las evidencias animales).

No había mucho qué hablar sobre la mesa,
quizás un choque anafiláctico,
un vaso de agua, los almíbares secretos
que nos habíamos reservado, pero si mucho
que indagar tras la levedad de los suspiros.

Siempre he disfrutado esa pizca indescifrable
que adereza tu sonrisa, esos ojos que inquieren
y que a sí mismos se responden
con una especie de certeza,
que sólo se burla de mis dudas.

Siempre he disfrutado tu manera de hacer
lo póstumo presente, de detonar las lágrimas
de salva, como si aún cargaran sus heridas,
de certificar las defunciones
a pesar del ánimo interpuesto…
“Primero Dios, quizás muramos juntos”,
al fin nos confortábamos.

Y así, como huíamos, regresábamos
a los nudos de tangencia que sujetan a sus savias,
las ramas futuras y pretéritas. Percibía entonces
flores blancas en tu cuerpo, una patria libre
y tu aroma con el albedrío en las yemas de mis dedos.
Percibía un plantío de orgasmos floreciendo,
las aguas del volcán y los duendes lúdicos del fuego
chapoteando…, reyertas entre las culpas y el instinto.

Supe a la sazón, que habíamos hilvanado
las razones para un beso, uno solamente…
Se dice tanto con el contacto de los labios,
que uno más develaría los secretos.
Y quizás no era el momento.

La hora esperaba por la almohada,
sin embargo repetimos la tarea.
Sin duda mi amor, beso y secreto son sinónimos.
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Bello instinto poetico para recorrer esa ensoñacion donde la sed de amor se hace
alivio en el beso, es llave en ese hermetismo poetico donde los instantes
se van desgranando entre sentimientos instintivos. el derroche final
es excelente. saludos amables de luzyabsenta

Monje Mont · 14 de Agosto de 2021

goodlookingteenagevampire dijo: ↑

Definiría tu poema como de "grueso calibre" profunfo, reflexivo; metafórico y narrativo a la vez.
Un abrazo, Monje.
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Que gusto encontrar tu huella estimado poeta. Te agradezco mucho tu apoyo y tu amable comentario. Que estés bien. Un abrazo.

dragon_ecu · 14 de Agosto de 2021

Monje... que buenas letras nos compartes.

Ha sido tal el efecto, que rescato del equipo la voz de Karen Souza vistiendo con los viejos tonos del erotismo los ritmos de ahora.

Salud Monje.

Monje Mont · 15 de Agosto de 2021

LUZYABSENTA dijo: ↑

Bello instinto poetico para recorrer esa ensoñacion donde la sed de amor se hace
alivio en el beso, es llave en ese hermetismo poetico donde los instantes
se van desgranando entre sentimientos instintivos. el derroche final
es excelente. saludos amables de luzyabsenta
Haz clic para expandir...

Mi estimado amigo, que lujo encontrar tu amable huella en estos trazos. Me motiva tu apoyo y te lo agradezco. Que estés bien. Un abrazo.

Monje Mont · 16 de Agosto de 2021

dragon_ecu dijo: ↑

Monje... que buenas letras nos compartes.

Ha sido tal el efecto, que rescato del equipo la voz de Karen Souza vistiendo con los viejos tonos del erotismo los ritmos de ahora.

Salud Monje.
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Te agradezco tu lectura y tu comentario amable y motivador estimado dragón...ecu. Un gusto encontrar tu huella. Que estés bien. Un abrazo.

Monje Mont · 17 de Agosto de 2021

Te agradezco poeta Gustavo Cervantes, el "me gusta" que has dejado. Un abrazo.

Monje Mont · 18 de Agosto de 2021

Muchas gracias estimado poeta Elixir por el "me gusta" que has dejado en estos trazos. Un abrazo.

Monje Mont · 21 de Agosto de 2021

Muchas gracias Ricky84 por el "me gusta" que has dejado en este poema. Un abrazo.

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