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Calle abajo

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por El ermitaño, 13 de Agosto de 2025 a las 9:38 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 10

  1. El ermitaño

    El ermitaño Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    26 de Abril de 2016
    Mensajes:
    25
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    36
    Género:
    Hombre
    En un rincón de la taberna me encuentro
    para beber de este elixir dulce y amargo.
    Botellas de cristal turbio llegan, se aglomeran.

    Con lentitud vierto el licor en hondas copas de metal:
    se empoza, oscuro como el agua de la memoria.
    ¡Sí!, licor que purga, licor que pasma.

    ¡Salud!, brindo por los desavenidos,
    Extiendo mi mano hacia el vacío…

    Le veo tras la barra, lívido y desgarbado:
    es el viejo cantinero,
    ejerciendo el arte milenario de fregar y servir.

    Las agujas del reloj oxidado marcan la hora del exilio.

    El tugurio, atiborrado de mesas y sillas extenuadas,
    se ve perturbado por la llegada cíclica de peregrinos.

    Siento sus miradas en mi espalda
    —venablos de fuego en ojos henchidos—.

    Mis oídos perciben el rumor de su cháchara,
    mi piel se crispa con los graznidos de sus risotadas.

    ¡De pronto aterrizan en mi mesa como una bandada de cuervos!
    Compartimos chistes, anécdotas de quiméricas glorias…
    El ambiente se caldea.

    Elevamos cánticos, vítores y apuestas mezquinas…
    Pierdo la noción del tiempo...

    Súbitamente, un viento gélido azota los ventanales
    y una botella se quiebra...

    El silencio atraviesa el umbral y se evapora permeando el recinto.

    Con ojos vidriosos, al fin, hablamos:
    juventud perdida, amores tempestuosos,
    La guerra, los hijos descarriados,
    Los graves desaciertos...
    con todas las máscaras ya caídas...

    me levanto y tomo la palabra:
    ¡Oh!, camaradas del subsuelo!,
    ¿hasta cuándo este triste festejo?,
    ¡Les suplico mis hermanos!, ¡créanme!,
    mis huesos desgastados lo saben:
    ¡voy calle abajo!

    - Nadie responde...

    Salgo de ese círculo de rostros lívidos y ojos taciturnos
    y con andar trémulo me marcho…

    Al salir, el resplandor del día atiza mis ojos.

    Estoy expuesto, ¡calle abajo!,
    ante la impávida mirada de los que fueron míos

    Con los sentidos atenuados
    me pierdo en una intrincada red de calles y moradas homogéneas
    tanto en la austeridad como la miseria.

    Veo la apática marcha de la turba que infesta la urbe

    Prosigo como un espectro
    atravesando los árboles doblegados, las bancas desvencijadas,
    y en el solitario camino
    un perro herido lame su agonía.

    Por inercia...me arrastro hacia otro escondrijo.
     
    #1
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