Cantar de los cantares

La tarde moría
entre un sol
rebelde escondido
en nosotros.
Ocurrió.
Sin aviso.
tus ojos clavados en mí
se entrecerraron
y un tararear
suave
levitó de tu boca
y se elevó cristalina
tu voz.
Y llenó el bosque
silenció el murmullo
del viento
y aquietó las aguas
y paralizó el deseo.
Solo tu voz y la arboleda
estática.
y las galaxias dejaron
su girar.
Ella se elevaba mágica
entre las hojas avergonzadas
de verdor
nada se oía, solo tu trino
canto, salmodio eterno
extraño idioma de una maga.
Que ya no era mía.
Desdoblada, relatando orígenes.
Acariciando.
Y cesó.
Y los planetas giraron
y la noche siguió avanzando
y el viento elevó su sonido
Nada fue como antes.
Maga de todas las magas.
Nunca más pude mirarte,
nunca más mía.
Tan potente secreto,
tu dulce melodía.

 

Gracias, muy amable Eban.
Poeta.
Abrazo fraterno.