Carta 11.

Mi eternidad – mi infinidad en tu piel
hoy, solo me queda la miseria de la muerte,
la ruina de mi mundo – de mi edén
y la ira de mi Dios,
muéstrame tu rostro en la penumbra
muéstrame tu alma y espíritu,
reencarna solo esta noche, mi amor.

Yo llevare tu sufrimiento y dolor
privaré mi corazón – mi ser
del hermoso placer de vivir,
todo por amor.
Yo cargare tu cruz de tomentos
tu martirio – tu soledad,
hoy quiero ver la luz del día
quiero tenerte,
pero sé que tu alma ha dejado de brillar
aunque aún escucho tu corazón latir.

Ahora solo me queda el eterno abismo
el abismo de tu ausencia
de mi dolor,
si tan solo pudiera tenerte una vez más
si tan solo pudiera beber, de tu alma.
Mi última cena está servida
aguarda por mí, la muerte,
y me miro pálido y podrido ante el espejo
y mi carne es blanda
y la ruina de la existencia
ultraja mi alma – mi ser sumido en el llanto.

No tengo ya existencia sobre mis noches
te amo aún, mi ángel,
pero no puedo vivir ya, en el exilio
no puedo seguir, sin ver tu luz,
moriré en la lejanía de tu corazón
moriré siendo solo un alma
qué pena por amor,
no tengo ya nada
y solo me alimento de recuerdos
recuerdos que me atan a la soledad,
recuerdos que me sumergen en la miseria.

Lentamente se acaba mi existencia
y seguiré cargando tu dolor y miseria
porque te amo, con todo mi ser
así, tenga que dar la vida
a cambio de verte solo una vez más.
“En el nombre del padre, del hijo y el espíritu santo”
Amén.
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