Confirmando lo inconmensurable

A orillas del mar, el cielo se acaba,
a orillas del cielo, nace el verdadero infierno,

misterios que avanzan como oleaje,
hacen del caos geometría,

aún dilucidan mis pensamientos,
vidas y un entendimiento inmaterial,

aprecio una negrura transparente,
más infinita que la imaginación eterna,

más abarcable que existencias contenidas,
inconmensurables dentro de si,

cielos que forman parte de cielos añejos,
aún más añejo es el tiempo,

en manos de otros ojos,
en mente de otros tiempos futuros,

senderos por millones,
millones de lugares por confirmar.

 

Este poema es una contemplación profunda sobre los límites del universo, del pensamiento y del tiempo. Desde la imagen del mar y el cielo —fronteras naturales y simbólicas— el hablante se adentra en una reflexión existencial que disuelve la línea entre el caos y el orden, lo visible y lo invisible. El poema sugiere que más allá de lo que percibimos hay una realidad aún más vasta, más antigua que el tiempo mismo, y que esa realidad se manifiesta en formas que solo la intuición poética puede comenzar a captar.


Se plantea una visión cósmica en la que cada pensamiento es parte de un entramado más grande, donde la existencia se despliega en múltiples planos y dimensiones. Así, el poema abre la puerta a la infinitud: infinitos caminos, infinitas posibilidades, infinitas miradas futuras que aún tienen por descubrir lo que hoy solo podemos imaginar.

Saludos cordiales