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Cuando no somos nada

Tema en 'Poemas Melancólicos (Tristes)' comenzado por Jose Anibal Ortiz Lozada, 6 de Octubre de 2024. Respuestas: 0 | Visitas: 116

  1. Jose Anibal Ortiz Lozada

    Jose Anibal Ortiz Lozada Poeta adicto al portal

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    6 de Mayo de 2024
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    Género:
    Hombre
    Cuando no somos nada,
    cuando la calle se vuelve interminable y las luces no alcanzan,
    cuando la ciudad duerme y los relojes no marcan nada,
    es ahí, justo ahí, cuando el tiempo se desmorona en nuestras manos
    como migajas de un pan que nunca comimos.

    Somos la sombra de una palabra nunca dicha,
    el eco de una risa que no fue.
    La vida pasa de largo,
    como un tren que no tomamos,
    como una ventana abierta al viento de octubre
    que acaricia sin permiso nuestros recuerdos rotos.

    Y sin embargo, cuando no somos nada,
    hay una extraña belleza en ser humo, en ser silencio,
    en no tener raíces que nos aten al suelo,
    en desdibujarnos en el horizonte sin dejar huella,
    como un susurro en la madrugada,
    como un segundo que no se recuerda.

    Cuando no somos nada,
    aprendemos a abrazar el vacío,
    a respirar entre las grietas del tiempo,
    y a entender que, tal vez,
    en el fondo de esa nada,
    ya somos todo.

    Cuando no somos nada, pero de veras nada,
    como un papel que cae en la tarde y nadie lo ve,
    como ese susurro que se ahoga en la mitad de la frase,
    como el cigarrillo que se apaga en la esquina de los labios,
    ahí estamos, suspendidos en el aire,
    entre lo que fuimos y lo que nunca seremos.

    Porque ser nada es eso,
    un quedarse a medio camino entre el ahora y el después,
    como si el tiempo decidiera que no hay lugar para nosotros
    y nos dejara colgando,
    como el número de una casa que ya nadie recuerda.

    Nos hemos vuelto espectadores de nuestra propia sombra,
    un guiño del universo que nadie entiende,
    el gato de Schrödinger en su caja infinita,
    ni vivos, ni muertos, ni presentes, ni ausentes,
    ni la risa en la boca, ni la lágrima en los ojos,
    solo un murmullo que flota y se desvanece
    como ese tren que ves pasar, pero nunca abordas.

    Es en esa nada donde nos descubrimos,
    porque no ser nada es, de algún modo,
    ser todo lo que no fuimos.
    Un instante que no se nombra,
    pero que respira hondo en el fondo del pecho,
    un latido que no cesa aunque nadie lo escuche.

    Cuando no somos nada,
    somos ese bostezo de la tarde que se alarga,
    el reloj que no importa,
    la grieta en la pared que solo los curiosos miran.
    Ser nada, querido, es la última broma de la vida,
    y qué bien nos sale,
    qué bien jugamos a desaparecer
    sin que nadie lo note.
     
    #1

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