Deja que me quede

Deja que me quede,
contigo en un último suspiro que se lleve mi alma,
o dame un beso tan corto que me dure la vida,
deja que me consuma para morir como el cigarro que posas,
entre tus labios de fuego, en tu agonizante calor,
déjame sentir que valió la pena y hasta los futuros recuerdos,
déjame sentirte, tan mía un último segundo,
o voluntariamente ser tan tuyo en un abrazo final.

Deja que me quede,
entre tus ojos hermosos,
entre el tiempo que demoras en disparar un adiós,
mientras que aún somos y puedo pensar,
que seguiremos siendo esto, tan solo nuestros,
antes que las mariposas que te guardo se vuelvan gusanos,
o que nuestra desaforada tormenta sea tan solo triste llovizna.

Déjame acá, donde aún te siento,
como en un primer instante de este maldito amor,
donde aún no eres una conversación de madrugada con la almohada,
donde aún no tengo que dejarte ir entre versos,
con un café de testigo a las tres de la mañana.

Déjame acá, donde aún no tengo que recordarte,
en este instante que aún puedo respirarte,
sin tener que confundir por la calle tu perfume y girar,
queriéndote encontrar donde sé que nunca has estado.

Deja que me quede,
en aquella mirada de cielo que todavía me refleja,
en este último respiro que tengo a tu lado,
antes que seamos solo una historia lejana,
mientras aún no debo contarle de ti a las noches nubladas.​