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Del amor y otros seres invisibles

Tema en 'Tu Obra Maestra (en verso)' comenzado por GUILLEMAN, 30 de Enero de 2010. Respuestas: 4 | Visitas: 609

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  1. GUILLEMAN

    GUILLEMAN Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    30 de Enero de 2010
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    [FONT=&quot]DEL AMOR
    [FONT=&quot]Y
    [FONT=&quot]OTROS SERES
    INVISIBLES

    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]I.[FONT=&quot]
    Prendidos a la cintura del vendaval,
    danzaron sobre su piel centrífuga
    los elfos,
    las hadas
    y los duendes
    del reino paralelo
    al universo de luz
    que bautizamos Amor,
    bajo el conjuro de fuego
    de tus besos y mis embelesos.

    En el vientre de su nombre secreto,
    el hierofante rojo del corazón
    nos convidó sus sinfonías
    y bailamos, piel a piel,
    al son del arco iris y la lluvia,
    la danza leve de la ilusión…

    ¡Ay! Los ayeres brotan en la memoria
    heladas esculturas de zafiro.
    ¡Ay! Petroglifos sus horas y estelas sus minutos;
    pétalos de una flor de oro y mármol blanco.


    II.
    Convoquen, Presencias Escondidas,
    esculturas de hielo y zafiros,
    los segundos de miel,
    la suave piel de los presagios
    de nuestra eternidad perdida;
    convoquen su brío sepia,
    fuego de las páginas vivas
    del dorado libro de mármol.
    [FONT=&quot]

    Las conmino, Presencias Inasibles,
    en nombre de la danza
    del arco iris escindido:
    lleven mis ojos
    a sus ojos esmeralda,
    humedecidos de amor.

    Que llueva otra vez
    sobre la espesura ígnea
    de los besos de lava
    que moldearon la concavidad
    del amor frenético y desnudo.

    Que vuelva a lloviznar
    el torrente dulce del fuego
    que nos mojó la última noche
    que bebí el caudal ardiente
    de su vientre ígneo en flor.

    Convoquen, Seres Ocultos,
    los invoca el mármol punzante de mi memoria:
    que vuelvan a cantar
    los alocados cien mil pájaros
    de la sinfonía del tercer mes de la eternidad,
    en el corazón del agua candente
    de la flor de oro blanco
    y de los besos coronados
    de miel, huracán y lava.


    III.
    Habitantes Invisibles de la tierra,
    los implora mi voz
    ciega de dolor:
    ¡Regresen a mí con las ternuras
    del jardín recién sembrado
    sobre los tibios besos de azahar!

    Vuelvan, les suplico,
    con la catarata de luceros
    y lucernas
    bajo cuya lumbre incendiamos
    el mar del tálamo nupcial.

    Habitantes Intangibles de la tierra,
    les imploran mis zafiros, mármoles y oros,
    regresen con el universo
    de las caricias que cuajaba
    en nuestros besos el rocío;
    el rocío de las perlas de cristal
    empapadas en el fuego líquido
    de la flor del oro blanco.

    Retornen, vuelvan, regresen,
    los convoca mi ansia loca,
    Habitantes Invisibles de la noche:
    ¡Devuélvanme su luz perfumada,
    su lluvia de perlas,
    el fuego de blanco azahar,
    su catarata de luceros;
    el universo alumbrado de sus caricias!


    IV.
    Cantó la miel en nuestros labios
    la balada feliz de la flor de los naranjos.

    Oramos, noche tras noche,
    en cuerpo y alma,
    sobre el altar consagrado del amor,
    el padrenuestro desesperado
    de quienes intuyen
    la brevedad terrestre
    y la intensidad de los segundos.

    Edificamos con retazos de instantes
    el retablo del santuario
    sobre el que exorcizamos
    noche adentro, alma adentro,
    el ímpetu indomable
    de los demonios aterciopelados
    del huracán de la pasión.

    La noche y el amor
    fueron vestales gemelas
    de nuestro templo sagrado.
    Tú y yo, una sola oración.



    V.
    Despierta apenas la prealba del amanecer.

    Las sombras aún se abrazan a la noche,
    amantes irredentos.

    El universo es una estatua de coral negro
    que gira en lentas poses claroscuras.

    Yo orbito en tu cuerpo
    y tú gravitas en mi alma.

    El azul profundo del alba titila mínimo.

    No existe el mundo, ni sus ilusiones.

    El tiempo no es en sí mismo
    nada más que un leve temblor de besos.

    Solamente mi corazón, boca a boca,
    da respiración al tuyo, desfallecido.

    Sobre las sábanas blanquinegras
    que brillan porque tú las alumbras;
    porque son de luz tu piel
    y tu risa desnuda,
    te contemplo
    estático y perplejo.

    La aurora se ha ensortijado
    en suaves bucles de céfiros
    que copian los rizos
    em
    bara
    zados
    de tu cabello de trigo
    regado sobre la almohada tiniebla.

    La felicidad cristaliza con un último temblor
    en la frágil copa de tu vientre
    de encendido bacará caramelo.

    Nuestro amor es la medida
    del movimiento del universo.

    Nada existe si no lo queremos.

    Somos los dueños de los suspiros.

    Yo giro en tu torno, desfallecido,
    y tú eres el centro de mi alma.


    VI.
    ¿Acaso exhalan los tulipanes,
    o los nocturnos galanes,
    un aroma más exquisito
    que el de tu cuerpo
    (preso)
    en el mío?

    ¿Por ventura constituye la felicidad
    aquel lejano arresto
    de otorgarse besos incesantes
    en los plieges golosos
    de las sábanas del amor?

    ¡Nada son las ausentes
    brisas perfumadas
    por naranjos en flor!
    Nada cadenciosas esculturas de zafiro
    ni susurros de hadas cantarinas;
    nada los pétalos de la flor de oro y mármol blanco.
    ¡Nada, comparados con ella!

    Donde su aliento yermo apaga la luz
    germina en mí el necio ciclón
    de su aroma inolvidable.

    Cuando ella se mira al espejo horizontal
    de mi última invocación de amor
    empieza el sortilegio
    inolvidable de su recuerdo,
    al son exánime de la lluvia
    del tercer mes de la eternidad.


    VII.
    No hallarás otro día más triste
    ni en la noche de los tiempos
    ni en la cruz de los universos.

    No podrás morir si ya estás muerto.

    Si te asomaste a su deceso
    y acudiste a tu sepelio,
    no podrás morir dos veces.

    Tú, buscador insomne de esculturas de zafiro,
    petroglifos, estelas, pétalos de oro y témpanos,

    tristemente agasajado
    con los tesoros etéreos
    de la insepulta levedad, Tú,
    vagarás por el universo paralelo
    de los necios fantasmas,
    donde ella sonríe a las sombras horizontales
    que no se reflejan en los espejos.

    Está escrito en tus venas pálidas
    y llenas de ojeras:
    tú, incansable navegante
    de insomnios lilas,
    errarás por su universo;
    no podrás morir, ni vivir,
    dos veces seguidas en este mundo.

    Tú, pescador de zafiros.


    VIII.
    Heme aquí:
    Despedazado
    d i s g r e g a d o
    t r o - c e - a - d o.

    Ya no soy más la candente legión
    con la que vine al mundo.

    Soy apenas uno solo
    que la recuerda sin tregua.

    Elfos, duendes y hados,
    cómplices Seres Invisibles,
    ¡No lo hagan, por Dios!

    No desparramen el trigo de su cabello
    sobre el cristal helado de mi memoria!
    !No descongelen los témpanos amados
    de su deliciosa miradamar !

    Cesen, les suplico,
    Seres Intangibles,
    duele demasiado:
    no tintineen la frágil copa de su vientre
    ni suspiren en el bacará de su miel;
    no incendien el diamante de su risa.

    ¡Ay! ¡Duele tanto!
    No la despierten de su sueño lineal:
    Estoy empezando mi pesadilla circular.


    IX.
    Como si fuera tan sencillo
    desandar el camino
    del filo de la navaja,
    arrancarme del pecho
    este huracán germinado
    que habrá de torturarme
    insomnemente para siempre.

    Como si no fuera tan sencillo
    dejar de vivir
    y decirte adiós;
    dejarte morir del todo
    y entregarte a Dios,
    o al olvido...

    Pero no.

    ¿Y este millar de posesos
    de zafiro y luz
    que me acuchilla el pecho?

    ¿Y los amaneceres solitarios
    que practican en mí
    la acupuntura dolorosa
    de tu ausencia?

    Decirte adiós
    parecería tan simple.

    Desoír tu voz lejana que me cita;
    amordazar los gritos blanquinegros
    del silencio y la congoja que me claman;
    los desesperados cien mil pájaros
    de la sinfonía del tercer mes de la eternidad
    que me llaman y reclaman,
    y decirte adiós para siempre
    parecería tan sencillo.

    Pero no.
    Pero no te digo adiós;
    te digo a Dios,
    con una ruta circular
    trazada a fuego en el alma.
     
    #1
    Última modificación: 1 de Febrero de 2010
  2. mg

    mg Invitado

    elegantes versos, un poema muy bello con claras imágenes, bienvenido placer leerle
     
    #2
  3. GUILLEMAN

    GUILLEMAN Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    30 de Enero de 2010
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    Mil gracias por tus palabras y la bienvenida, Marian.

    celebro que te gustara mi trabajo. No soy poeta, pero estoy aprendiendo.

    Un abrazo agradecido.
     
    #3
  4. Yagox

    Yagox Poeta recién llegado

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    20 de Enero de 2010
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    Guilleman, me encantó tu poema, es bellisimo, un abrazo, poeta.
     
    #4
  5. GUILLEMAN

    GUILLEMAN Poeta recién llegado

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    Estimado Yagox: Te agradezco sinceramente tu comentario. Me encantaría contarte el origen de esos versos que narran mi viudez. pero no quisiera abrumarte con tanto. Quiza algún momento que quieras dispensarme con tu amistad. Gracias otra vez. Un fuerte abrazo
     
    #5

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