Despertar de un noctámbulo.

El último momento de la noche es aquel desesperado segundo de sonambulismo
extraño instinto de supervivencia de los noctámbulos se trasforma en un eufemismo
dormir es casi un exceso de gloria en el segundo de penumbra final;
soñar es una tortura enviada por el mismo Hipnos para este mortal.

El onírico desenlace es una muerte virtual,
pero lo que en realidad me paraliza
es aquella dama que posa gentilmente su mano caliza
sobre el aliento humedecido y espantado de mi ventanal

En el último momento de la noche soñar es una tortura inveraz
aquellas imágenes violáceas parecen quererme dibujar
no existe a mí alrededor nada más que herramientas para triturar
están llenas de almas que susurran su apetito voraz...

Mi previsible muerte es tan vana que provocara risas en realidad
el hilarante sentimiento se parece contagiar a mis cortinas
las cuales ríen de mi cuerpo inmóvil ante su crueldad.

Ante esa imagen el sol resucita su letargo denotando en mis retinas
la noche muere y con ella mi crepuscular rutina.

Es particular el retomar el movimiento y seguirla observando
su desaparición asombra cada día que aun siendo paulatina,
su pétreo tacto me acompaña siempre que el sol se aleja de mi retina.