Día de lluvia

Aquel día en que la lluvia hizo de compañía al sentimiento, decidí que no volvería a amar, al menos no de la misma manera.
Decidimos juntarnos en aquella pequeña plaza que solíamos frecuentar, la misma en donde todo había comenzado. El día lluvioso habría funcionado como una excusa perfecta para aplazar y pensar sobre lo que estábamos haciendo, sin embargo, no lo hicimos.
Llegue antes de lo que habíamos acordado, no por querer sentarme a esperar, simplemente quería que las gotas de lluvia tocaran mi piel. Observe y mientras lo hacía, me invadían los cientos de recuerdos que la plaza parecía acumular y peor aún, pensaba en que no sabía lo que ibas a decirme, tampoco el que diría yo. Ambos sabíamos a lo que íbamos, pero ninguno se podía imaginar como seria.
La hora era cumplida y como era habitual, llegó un par de minutos más tarde. Jamás olvidaré su rostro, parecía estar atrapada entre la tristeza y el orgullo, no fue necesario que me dijese como se sentía, aunque eso me hubiese gustado, quizá, habría abierto las puertas para tener una conversación y evitar el final que parecía cada vez más real y no tanto un temor. Me quede entonces mirándole fijamente, a pesar de que ella evitaba mirarme a los ojos, era inevitable para mi, hacer un recorrido con la mirada a todo su ser, aunque ahora que lo pienso, de haber sabido lo que ahora sé, me habría quedado mirándole durante mucho más tiempo, durante toda la vida si se me hubiese permitido.
Se sentó a mi lado y pareció que el peso de la tristeza en persona se apoderaba enteramente de aquel instante de mi vida. Pasaban los segundos y parecían eternos, ninguno se atrevía a mencionar las palabras que fulminaran por completo el rastro de lo que fuimos, de lo que pudimos ser. Ninguno se atrevió a abrir la boca, no fue necesario, pero ambos sabíamos que aquel largo silencio se llevaba consigo todo lo que, hasta entonces, era nuestro.
Finalmente decidió marcharse, fue en aquel momento en que se levantó y se encaminó en dirección contraria a la mía, que supe que una parte de mí se iba tras ella, mientras que la otra parte aferrada a mí, hoy aún desea haberle seguido también.

 

Me ha gustado leerte.
saludos.

 

Un gusto leerle!

 

Desgarrador relato.
Muy interesante lectura.
Abrazos compañero.